El resultado del test de estrés que la autoridad bancaria europea (EBA, por sus siglas en inglés) desvelará este viernes ahorrará suspensos a las entidades. Por vez primera desde que los supervisores comenzaron a probar la robustez del sector frente a hipotéticos shock externos en 2010, el examen carece de un umbral mínimo cuya no consecución fuerce a salir al mercado a reforzar la solvencia. Pero la metodología y la incorporación de nuevos riesgos lo convierten en un ejercicio más duro que el último test. Guindos augura que la banca española "va a quedar bien" en los test de estrés.
Si el análisis de 2014 provocó de media una reducción del capital regulatorio principal CET1 de 266 puntos básicos, ahora restará alrededor de 375 (100 puntos básicos adicionales), estima Alvarez & Marsal, la firma especialista en reestructuraciones y regulación financiera. Un impacto significativo frente al 13 por ciento medio al que asciende dicho ratio en la banca europea, según los últimos datos del BCE.
Sin activos fiscales diferidos
El mayor impacto ocurre por una multiplicidad de factores: incorpora nuevos riesgos como el de conducta -pérdidas por litigios, como son las derivadas de una mala venta de productos-; hay mayores restricciones a la hora de apuntarse aumentos de ingresos financieros y, sobre todo, el ejercicio de verificación y corrección de los datos por parte del BCE ha sido más severo, indica el director general e Alvarez & Marsal, Fernando de la Mora.
La reducción del censo de entidades examinadas desde las 123 de hace dos años a 53 -seis de ellas españolas- ha permitido al organismo escrutar mejor las incongruencias o corregir interpretaciones divergentes. Aquí se centrará buena parte del ajuste, con requerimientos superiores de provisiones, por ejemplo, después de haber sometido los datos a tres ciclos de revisión durante dos meses. "Se aplica el factor más conservador por prescripción del BCE", detalla de la Mora.
Al tensarse los balances de 2015 no recogerá impactos como el Brexit ni los tipos negativos. Pero su grado de dureza es superior a otros años, porque calcula el capital con las reglas exigibles en 2019 (fully loaded), lo que implica que dejarán de contabilizar ciertos recursos hoy permitidos, como los activos fiscales diferidos (DTA's), muy voluminoso en la banca española.
A pesar de carecer de un umbral suelo exigible, el BCE espera que las entidades conserven un capital CET1 mínimo del 5,5 por ciento tras someter sus balances a un escenario de crisis agravada donde los impagos se disparen y los mercados colapsen. "Esperamos que no haya ningún banco -español- por debajo del 5,5%", estimó el director general de Alvarez & Marsal, que limita a "menos de cinco" los que podrían incumplir ese nivel orientativo entre los 53 europeos.
Sea cual sea el resultado, la EBA descartó que una nota baja obligue a levantar capital ni impida pagar dividendos o cupones de su deuda. Pero servirá al proceso de revisión y evaluación supervisora (SREP), añadiendo, previsiblemente, una capa de capital a la que fije el BCE a cada entidad en ese ejercicio.