
El aumento continuado de las temperaturas provocado por el cambio climático -el pasado mes de junio fue el más caluroso del que se tienen registros- le va a costar a las economías de todo el mundo más de 2 billones de dólares de aquí a 2030 sólo por lo que respecta a las horas perdidas durante los días en que las temperaturas impidan trabajar.
Esas son las conclusiones de un demoledor informe de Naciones Unidas, que advierte de que más de 40 países sufrirán un impacto grave en su creación de riqueza por culpa de esas horas perdidas, especialmente en los países del sudeste asiático.
Tord Kjellstrom, del Health and Environment International Trust, se atreve incluso a ponerle cifras a ese declive: el calor se comerá un 1% del PIB de China, y el 6% del de Indonesia.
Para hacerse una idea del impacto que va a tener el aumento de las temperaturas basta con tener en cuenta que el calor extremo ya se está comiendo entre el 15% y el 20% de las horas de trabajo anuales. Y esa cifra se va a duplicar de aquí a 2050. Por apocalíptico que parezca, se trata de un proceso irreversible, causado por la emisión de gases de efecto invernadero a partir de la quema de combustibles fósiles.
El estrés térmico es pues una amenaza para la salud de los trabajadores, pero también para la rentabilidad de las empresas, y por eso algunas corporaciones han comenzado a adoptar medidas paliativas en sus mecánicas de trabajo, aunque la mayor parte de los empleos afectados son también los peor pagados.
Habrá trabajos que simplemente no se podrán realizar, como los de construcción a cielo abierto. En cuanto a los de oficina, el aumento de la refrigeración pondrá en problemas no sólo la cuenta de resultados de las empresas, sino que disparará el consumo energético.