Ya hace casi dos semanas que triunfó el adiós a la Unión Europea en el referéndum de Reino Unido, y si algo parece haber quedado claro en este tiempo es que los partidarios del llamado Brexit no tenían a priori ningún plan para cumplir con la desconexión. Es más, el abandono del barco por parte de los que lideraron la campaña a favor de dejar la UE ha sido claro protagonista. Sólo el Banco de Inglaterra parece ofrecer en estos momentos una salida.
La renuncia, primero, del exalcalde de Londres Boris Johnson a intentar suceder al primer ministro, David Cameron y la marcha, después, del líder del euroescéptico UKIP, Nigel Farage, de la primera línea del partido no ha hecho sino aumentar las dudas sobre cuál debe ser el siguiente paso en las negociaciones con el bloque comunitario. Ninguno de los partidarios del Brexit se atreve a describir la futura relación de Reino Unido con la Unión Europea.
Sin hablar, claro, de las promesas incumplidas que se hicieron durante la campaña a favor del abandono. Muchos de los que votaron a favor de la salida, asumieron la promesa de que se reduciría la inmigración en el país, algo que no es factible con seguir formando parte del mercado único, como así parece que pretende.
Cómo casan estas dos promesas es una respuesta que los millones de británicos esperaban encontrar en el artículo que publicó Boris Johnson tres días después del Brexit en The Telegraph, pero que nunca hallaron. Si quiere seguir formando parte del mercado único la UE exigirá el pago de una contribución similar y el reconocimiento del libre movimiento de trabajadores.
Ante esta falta de concreción, el Banco de Inglaterra ha sido el único que ha dado un paso al frente, anticipando un recorte de tipos este mes, primero, y dando a conocer su plan para hacer frente a la crisis del Brexit justo ayer, en lo que se ha convertido casi en el único que tiene Reino Unido para seguir adelante.
En un artículo que recoge hoy Bloomberg se recuerda que desde el mismo 24 de junio en que se confirmó el divorcio británico y la libra se hundió a mínimos de hace tres décadas, mínimos que sigue perforando, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha brindado un camino a seguir en el país, en un momento en que ningún político se dispone ni siquiera a intentarlo. Con la incertidumbre como telón de fondo, la libra en mínimos, la confianza por los suelos y el miedo a que el contagio se extienda a los fondos inmobiliarios -donde ya se ha producido una suerte de corralito- Carney sigue siendo la pieza clave para garantizar la estabilidad en el país.
"El organismo tomará cualquier acción que sea necesaria para promover la estabilidad monetaria y financiera y, en consecuencia, apoyar a la economía real". "Estos esfuerzos suponen que ahora todos podemos mirar hacia adelante, no por encima de nuestros hombros", señaló ayer martes Carney durante su comparecencia para insuflar, entre otros, oxígeno al sector financiero de Reino Unido relajando las exigencias de capital. Unas palabras que recuerdan mucho a las que pronunció Mario Draghi, al frente del Banco Central Europeo (BCE) en los peores momentos de la crisis de deuda de la Eurozona. Una vez más la banca central sale al rescate.
Hoy Carney presidirá una reunión del Comité de Política Monetraria, al tiempo que las autoridades de Reino Unido, aún en modo de extinción de incendios, se preparan para hacer una evaluación en profundidad del impacto económico ante el sinfín de datos que se están publicando sobre el impacto del Brexit.
El malestar de Bruselas
En este contexto, el jefe de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, se muestra día sí día también sorprendido de que los partidarios de dejar la Unión Europea pidan "más tiempo" para iniciar el proceso de divorcio. "Pensaba que tenían un plan", señala.
"Son retronacionalistas, no patriotas. Los patriotas no dejan la escena cuando la situación se pone difícil", incide Juncker ante la huida de Johnson y Farage. "Ya he alcanzado mi ambición política", le había anticipado como respuesta Farage un día antes.
A la espera de que el Gobierno británico aclare cuanto antes sus intenciones, la Comisión Europea ya ha recalcado que el bloque no aceptará "ninguna negociación" con Londres, mientras Reino Unido no invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que marcará el inicio formal de la desconexión.
Sobre el futuro de las relaciones de Reino Unido con el club comunitario, la UE confía en que sea un socio "cercano", pero si aspira a tener acceso al mercado interior deberá ser con pleno respeto a las cuatro libertades que son el pilar de la UE, incluida la libertad de movimiento de las personas.
Una buena opción en las futuras relaciones entre ambos bandos sería la entrada del Reino Unido en la EFTA, la European Free Trade Association (Asociación Europea de Libre Comercio), sin embargo esta opción, que parece la más beneficiosa para la UE y el Reino Unido, no cuenta con el beneplácito de Noruega, ni tampoco con el apoyo de los defensores más radicales del Brexit.
El papel del sucesor de Cameron
Sea quien sea el sucesor de Cameron, no se prevé activar antes de finales de este año el artículo 50. A priori, la ministra británica del Interior, Theresa May, se consolida como favorita para suceder a David Cameron y tiene el objetivo de "negociar el mejor acuerdo posible para abandonar la UE", pero solo el tiempo dirá.