Economía

El mercado no funciona en Irlanda: hay demasiadas casas, pero en el sitio equivocado

  • El sector inmobiliario, incapaz de satisfacer la demanda

Desde que la crisis financiera y el rescate internacional pusiesen de rodillas a Irlanda, el sector inmobiliario del país vive en el estancamiento absoluto. Tras cebar en buena medida el crecimiento del que entonces fuera apodado como "Tigre Celta", la burbuja inmobiliaria explotó y las hormigoneras pararon en seco. Con la reciente reactivación, la demanda de vivienda ha comenzado a repuntar y debería estar digiriendo el gigantesco parque de casas vacías. Pero hay un problema de difícil solución: sobran inmuebles, pero están situados allí donde no hacen falta.

Tal como recuerda el diario londinense Financial Times, hace diez añós el país estaba construyendo 90.000 viviendas cada año. Esa cantidad ya superaba, de largo, las necesidades derivadas del crecimiento vegetativo de la población y de la inmigración, así que incluso en el momento más dulce para la economía de la isla se estaba acumulando una digestión de sobreoferta que iba a ser pesada, muy pesada.

Si miramos al momento actual, la situación es la inversa, con una demanda anual de 25.000 nuevos hogares y una producción de apenas la mitad: 13.000. El motivo principal de este desajuste es que la mayor parte de la nueva demanda se concentra en torno a la pujante capital, Dublín, pero la abrumadora mayoría del stock existente -de nada menos que 230.000 inmuebles- está lejos de ella, a menudo en sitios remotos donde el turismo apenas justificaría una fracción de los edificios levantados en el furor precrisis.

El problema para la economía irlandesa no es sólo de origen social (los altos precios endurecen las condiciones de vida de sus ciudadanos, y el número de familias sin hogar se han duplicado en lo que va de año) sino también laboral. Son muchos los que creen, a día de hoy, que si la situación no se reconduce pronto las multinacionales tecnológicas que se han asentado en esta especie de portaaviones de las ventajas fiscales en Europa que es la isla de Eire podrían desistir de asentarse allí.

Más allá de los lamentos por los años de mala planificación (y que podrían exportarse tal cual a España), el dilema es de muy complicada resolución. El propio Gobierno irlandés calcula que sólo una de cada cinco propiedades vacías están en el área de Dublín, que es donde Google o Uber las necesitan.

Obstáculos insalvables

Entre las dificultades a las que se enfrentan los constructores están la escasez de crédito, la falta de economías de escala (las empresas intermedias han desaparecido del mapa), una oferta de casas excesivamente grandes pero con materiales de baja calidad -cuando el mercado demanda lo contrario-, un sector demasiado concentrado en unas pocas familias y unos costes de construcción excesivamente altos.

Todos esos obstáculos complican la tarea para quienes desean volver a casar la oferta con la demanda, y hacen que incluso los más optimistas estimen que hasta dentro de diez años Irlanda no conseguirá superar la fase de escasez. Y eso, claro, si para entonces las condiciones macroeconómicas no han vuelto a cambiar.

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