Economía

¿Un cambio de doctrina histórico? El proteccionismo empieza a 'comerse' al libre comercio

  • Reducir el atractivo de las importaciones puede impulsar el empleo nacional
Camineros chinos transportan cobre y otros bienes. Reuters

Durante las últimas décadas ha existido un consenso casi total entre los economistas sobre los beneficios del libre comercio: si tu vecino puede fabricar algo más barato y mejor que tú, por qué no importarlo y permitir al consumidor ahorrarse unas monedas. Sin embargo, en los últimos años parece que el proteccionismo está volviendo a ganar fuerza, no sólo entre políticos como Donald Trump, Bernie Sanders o Marine Le Pen, también algunos economistas creen que en este preciso momento ciertas dosis de proteccionismo podrían ser útiles para la economía.

El ex secretario del Tesoro de EEUU, Larry Summers, el Nobel de Economía, Paul Krugman, o el profesor de la Universidad de Pekín, Michael Pettis, se han mostrado favorables a proteger ciertos bienes e industrias para resolver algunos problemas crónicos que encara la economía a día de hoy en Occidente, como el estancamiento de los salarios o unas tasas de paro superiores a las vistas antes de 2008. 

El mercantilismo, caracterizado por la intervención del Estado en la economía y la protección de las empresas nacionales para lograr superávits comerciales constantes vuelve a asomar la cabeza en el debate económico actual. Esta doctrina fue predominante entre el siglo XVI y principios del XVIII, sin embargo el prestigioso economista Adan Smith y su ferviente defensa del libre comercio dieron comienzo a una nueva era en la que el comercio entre países se empezó a ver como una ventaja y no como un riesgo.

El problema de los déficits comerciales

Summers y otros autores del documento en el que se analiza estos nuevos postulados señalan que los déficits comerciales agravan algunos problemas de las economías occidentales. Las políticas monetarias ultra-expansivas sólo sirven para 'empobrecer al vecino', puesto que deprecian la divisa del país que las implementa perjudicando a los socios comerciales de la región económica. Es decir, es un juego de suma cero en el que lo que gana un país lo pierde el otro. 

El déficit comercial puede agravar la situación de los mercados laborales que sufren esta carencia. Mientras que los bancos centrales no logran impulsar la demanda interna lo suficiente como para que estos desempleados recuperen sus puestos de trabajo, por lo que unos aranceles que hagan menos atractivas las importaciones puede 'obligar' a los consumidores a comprar bienes y servicios nacionales impulsando la demanda interna y creando puestos de trabajo dentro del país.

Aún así, estos expertos creen que los tratados de libre comercio son en general positivos, puesto que se acuerda la eliminación de aranceles y tarifas, que (antes de la firma) suelen ser más elevadas en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Este tipo de de tratados igualan algo más las condiciones entre regiones económicas, lo que puede impulsar las exportaciones de los países desarrollados.

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