
Estamos en precampaña electoral. Aquí y en EEUU. A un amigo mío le interesa la de aquí, pero más la segunda. La elección en España tiene importancia, pero las decisiones de su Gobierno serán matizadas por la UE.
En Grecia lo hemos aprendido; Tsipras ha acabado reduciendo las pensiones que dijo mantener. La pertenencia a la UE implica compromisos, sobre todo en materia económica. Pero en la UE no se vota. Los eurodiputados tienen poder limitado; las instituciones europeas son más bien tecnocráticas.
Los eurócratas, en el mejor de los casos, son elegidos en segunda instancia, por acuerdo entre los gobiernos. Una democracia orgánica con elecciones indirectas en sucesivos niveles que ya utilizaba el franquismo. La democracia cuando tiene apellido se tuerce. Por eso los países comunistas se llamaban democracias populares. De manera que la democracia dentro de la UE es un poco ilusoria.
Sin embargo en EEUU la elección de presidente se produce después de grandes debates y mucha participación. Las primarias y los caucus dan posibilidad de analizar candidatos y programas, y revitalizan la participación interna dentro de los partidos. La votación presidencial es el final de un gran proceso. Trump y Sanders, outsiders (ajenos) en la política tradicional, han podido luchar por su designación dentro del partido Republicano y el Demócrata.
En España Iglesias y Rivera han tenido que construir su partido por la impermeabilidad de PSOE y PP. Pero, además, lo que decida el presidente estadounidense nos influirá muchísimo. De que en la Casa Blanca el inquilino sea Trump o Clinton, demócrata, depende cómo será el mundo. Así que, ya que no nos dejan elegir al presidente europeo, deberíamos participar en el que más nos va a influir, el estadounidense. Esa es la lógica de mi amigo. Por eso la UE debería democratizase de verdad o es mejor ser ciudadano de la metrópoli del imperio, aunque se sea anti-yanki.