Economía

El G20 difiere en las medidas para calmar una incertidumbre que todavía no es crisis

En momentos como el actual, donde el debilitamiento de la economía mundial preocupa a propios y extraños, la sintonía entre los miembros del Grupo de los 20 serviría de escudo evitar nuevos shocks. Sin embargo, en el arranque de la comitiva el viernes en Shangái, donde se reúnen los ministros de Economía y Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de las economías más importantes del planeta, la falta de sintonía era más que evidente.

Si el premiere chino, Li Keqiang urgió a los allí presentes a tomar medidas coordinadas y considerar un plan de contención para evitar contagios, el secretario del Tesoro, Jack Lew, dejó claro que no es necesario tomar medidas contra una crisis que todavía no existe. Por su parte, su homólogo alemán, el ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, no dudó en aclarar que "hablar de más estímulos no es más que una distracción de las tareas reales". Un ataque directo contra el Fondo Monetario Internacional.

La institución liderada por Christine Lagarde puso de manifiesto que las políticas monetarias ultra acomodaticias están perdiendo su magia de ahí que la gala incidiera en que los gobiernos no deben "intentar crear nuevos trucos sino desarrollar y completar los compromisos ya prometidos". Entre ellos, destacan los cerca de 800 planes para simplificar regulaciones, impulsar el comercio, la inversión y el desarrollo tecnológico. Todos estos planes formaron parte de las reformas acordadas a lo largo de 2014 por los mandatarios del G-20. "Necesitamos acción en todos los frentes", sentenció ayer Lagarde.

Un mensaje que chocó con las declaraciones de Schaeuble, quien incidió en que su país no estaba de acuerdo "en la creación de un paquete de estímulo fiscal" coordinado para las principales económicas del mundo. Lew respaldó este hecho al asegurar que existe incertidumbre económica pero "no es razonable ofrecer una respuesta a una crisis que no existe".

Un fondo común que también se distanció del mensaje del propio Li, quien dijo a los allí presentes que "la coordinación en politicas macroeconómicas debe fortalecerse" mientras reconoció que "la situación económica y financiera es más compleja y difícil".

Algo evidente dadas las turbulencias procedentes de la segunda mayor economía del mundo, donde las devaluaciones por sorpresa y las fugas de capitales se han dejado sentir en las bolsas de todo el mundo. Un hecho que, además, ha endurecido las condiciones financieras. Aunque Li contó con el apoyo de otros miembros del G-20 en materia de mejorar la coordinación, las diferencias sobre cómo lograr este objetivo pusieron de manifiesto los cismas entre las principales economías mundiales.

El gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, se encargó de asegurar a sus homólogos del G-20 que su país no llevará a cabo próximas devaluaciones de su divisa en un intento por garantizar el apoyo a su economía. "China intentará mantener un balance entre el crecimiento, los ajustes y la gestión de los riesgos", afirmó durante una conferencia organizada por el Instituto Internacional de Finanzas (IIF, por sus siglas en inglés).

Por su parte, el ministro de Finanzas alemán aseguró que el modelo de crecimiento basado en la financiación de deuda "ha alcanzado sus límites y estás creando nuevos problemas, incrementando el apalancamiento, generando burbujas y convirtiendo la economía en un muerto viviente". Duras palabras a las que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, añadió que llevar los tipos de interés a terreno negativo implica serios riesgos y retrasa la implementación de reformas económicas.

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