
El Gobierno intenta lanzar un salvavidas en la tormenta financiera que está hundiendo la banca italiana. El pasado miércoles el Ejecutivo de Matteo Renzi -tras tres horas de reunión nocturna -aprobó el anunciado decreto sobre el rescate bancario: se trata de tres medidas que buscan tranquilizar a los inversores y encontrar una salida a la crisis de las entidades financieras transalpinas.
En primer lugar el Ejecutivo italiano ha fijado los términos de la garantía publica sobre la cesión de activos "dudosos" al banco malo, que nacerá dentro de los próximos meses; se trata del fruto de las largas negociaciones con Bruselas que concluyeron la semana anterior cuando Europa dio finalmente su visto bueno a las garantías publicas.
Reforma de los bancos más pequeños
Para ayudar al proceso, el Consejo de Ministros aprobó también unas normas que agilizan la recuperación de crédito por parte de las entidades. Además el gabinete de Matteo Renzi dio luz verde a la reforma de los bancos cooperativos más pequeños: mientras los medianos siguen negociando para fusionarse, un grupo de entidades locales se prepara a reunirse en un único holding con un capital mínimo de 1.000 millones de euros.
Queda excluido del decreto el anunciado fondo de 100 millones para reembolsar los pequeños ahorradores afectados por las quiebras de algunas entidades. La medida -ha asegurado Renzi- será presentada cuanto antes, a través de un reglamento ministerial que asegura un camino más rápido y no pasa por un debate parlamentario.
"La banca italiana será más solida tras las decisiones de esta noche", comentó el primer ministro, al cerrar el consejo sobre la medianoche del miércoles. Entre todas, la norma más esperada era la definición de las garantías publicas para la cesión de activos "tóxicos". El mecanismo es voluntario y prevé que cada banco pueda crear su propia sociedad-vehículo que adquirirá los créditos dudosos, los titulizará y los venderá a los inversores.
La garantía publica, sin embargo, se aplicará solamente en los tramos senior, con el objetivo de dar a estos valores el "grado de inversión".
Sin límites
El Gobierno italiano no ha fijado límites sobre la cantidad de deuda que cada banco puede vender al banco malo, solo hará falta que tenga el "grado de inversión". Además Roma impedirá que los bancos vendan sólo los créditos dudosos de más calidad para quedarse con los activos "tóxicos" (es decir los más difíciles de vender): para obtener la garantía publica sobre los tramos senior, los bancos tendrán que ceder por su cuenta por lo menos la mitad de los más peligrosos tramos junior.
La garantía publica tendrá un coste que cada sociedad-vehículo pagará al Estado, dependiendo de los riesgos y de la duración de los valores. De hecho el precio irá en aumento con el paso del tiempo con dos objetivos: considerar los mayores riesgos ligados a una mayor duración de los créditos en el mercado e introducir en el esquema un "fuerte incentivo" para colocarlos velozmente.
Créditos problemáticos
Para la banca italiana los créditos problemáticos (es decir en estado de insolvencia) han superado en noviembre los 200.000 millones de euros, el nivel más alto en Europa, más que el doble con respeto a España. Los créditos dudosos (es decir los créditos que podrían no ser reembolsados en su totalidad) alcanzan, según el Banco de Italia, los 360.000 millones de euros. La mayoría de estos créditos son de empresas; una consecuencia de la larga recesión que ha afectado a la economía transalpina.
Ahora solo hará falta esperar la reacción de los inversores. El mercado de los créditos dudosos ha quedado paralizado durante meses a la espera del éxito de la negociaciones entre Roma y Bruselas. El objetivo de Italia es que la medida -aunque voluntaria- consiga involucrar a un amplio espectro de inversores. Mientras los tramos junior parecen destinados a operadores especializados en activos "tóxicos" (en particular firmas de capital riesgo), los activos con garantía estatal, por tener el grado de inversión, podrán interesar también a inversores institucionales.
El nudo de la operación es el coste para las entidades. El plan italiano no es un rescate bancario con inyección de dinero publico. Cada entidad participa voluntariamente y tiene que cargar con el coste de las perdidas ocasionada por la diferencia entre el valor en libros y el precio de venta de estos activos. Con los bancos italianos que, en media, tiene reservas para un nivel de cobertura inferior al 50%, el impacto sobre las cuentas no será leve. Una posibilidad que, en vez de aliviar los problemas, amenaza con lastrar aún más la capitalización bursátil de las entidades transalpinas. Renzi sin embargo prefiere ver el vaso medio lleno y asegura que la banca italiana "no es la que más preocupa en el mundo".