
El desempleo en Italia ha vuelto a subir, hasta situarse en diciembre en el 11,4%. Es una señal de que la reforma laboral, bandera del Gobierno de Matteo Renzi, no consigue obtener los resultados esperados. Sin embargo, los medios italianos han relegado la noticia a un segundo plano.
Lo mismo ha pasado con la crisis bancaria: el proyecto de banco malo presentado por el Ministerio de Economía no acaba de convencer a los inversores y las entidades transalpinas llevan semanas hundiéndose en bolsa. Pero el tema de mayor actualidad en la prensa y en el debate político sigue siendo la nueva propuesta de ley que reglamenta las uniones civiles.
No se trata de un asunto nuevo en la agenda política italiana. El país transalpino lleva años discutiendo si dar derechos a las parejas no casadas, incluso las del mismo sexo. Las presiones de la Iglesia y las dudas de muchos políticos católicos (un frente numeroso tanto en el centroderecha, como en el centroizquierda) siempre han impedido la aprobación de la ley.
Mientras tanto, Italia hasta ha sido condenada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por no reconocer la unión legal de las parejas del mismo sexo.
Aceleración inesperada
La situación cambió de repente a finales de 2015, cuando el Partido Demócrata (liderado por Renzi) decidió sacar del atolladero al proyecto de ley sobre las uniones civiles y fijar fecha para el debate parlamentario. Los aliados católicos, sorprendidos por las prisas del primer ministro, se han quejado y han amenazado con salir de la mayoría que apoya al Ejecutivo.
Incluso en el mismo PD un grupo de senadores, del ala demócrata-cristiana, se ha opuesto al proyecto. Pero Renzi es inflexible: "Somos el único país de la Unión Europea sin una norma que reglamente las uniones civiles. Es fundamental que decidamos intentando escucharnos y respetarnos lo más posible. Pero al cabo de un tiempo es necesario votar, aunque sabiendo que sobre los temas éticos habrá libertad de conciencia como tiene que ser. Todas las posiciones son justas, pero que se sepa que, para el PD, la reforma no se puede aplazar", ha declarado.
La semana pasada la ley empezó su recorrido, esta vez con posibilidades reales de ser aprobada. A pesar de la oposición de los movimientos católicos que celebraron en Roma un "Día de la familia" en contra del proyecto, el martes pasado el Senado rechazó por amplia mayoría las mociones suspensivas y se prepara esta semana para el voto definitivo.
Alianza de los 'antipartidos'
Renzi juega a dos bandas: de un lado quiere dar a los senadores la posibilidad de expresarse libremente sobre la materia más criticada por los opositores del proyecto: la adopción del hijo natural del cónyuge por parte del otro miembro de la pareja.
Del otro, rechaza rotundamente el llamamiento de su aliado Angelino Alfano (actual ministro de Interior y antiguo delfín de Silvio Berlusconi) que presiona para que se elimine la posibilidad de este tipo de adopción.
Mientras tanto, la ley sobre las uniones civiles avanza a base de mayorías inéditas, con el Movimiento antipartidos 5 Estrellas (M5S) que ha anunciado su apoyo a la medida y, por primera vez, votará una norma impulsada por Renzi.
Alfano ha definido como "traumática" la mayoría sobre las uniones entre homosexuales entre el PD y el M5S. Sin embargo, poner a prueba la alianza con el partido centrista del Ministro de Interior es, para Renzi, la manera de demostrar su fuerza: si el primer ministro gana, se coronará, una vez más, como el único líder transalpino en décadas que ha conseguido hacer las reformas a pesar de los vetos de los pequeños partidos. Un logro que renovaría también su imagen, debilitada por la falta de crecimiento y el escaso éxito de la agenda económica.