En un año cargado de desafíos para la UE, Grecia amenaza con convertirse de nuevo en un quebradero de cabeza para el sanedrín de la eurozona en un par de semanas, cuando el país y sus acreedores se sienten a discutir la primera revisión del tercer rescate heleno.
Aunque el Gobierno liderado por Alexis Tsipras ha ido cumpliendo las obligaciones del programa a cambio de los 86.000 millones de euros ofrecidos, la reforma de las pensiones amenaza con convertirse en un frente de batalla con la UE y el FMI.
Atenas presentó esta semana una reforma de su abultado sistema, el más caro en la UE al absorber casi un 17,5% del PIB, según Eurostat. En lugar de recortar las pensiones actuales para hacer el sistema sostenible, el Ejecutivo heleno propone aumentar las contribuciones a la seguridad social y una reducción en las cantidades que recibirán los nuevos pensionistas.
La Comisión Europea confirmó esta semana que ha recibido la propuesta, y la analizará en los próximos días. En concreto, los funcionarios europeos buscarán hacer los números para ver si el sistema es sostenible con los cambios propuestos por Atenas. Este primer análisis tendrá lugar antes de que el denominado cuarteto (Comisión, FMI, BCE y MEDE) regrese a Atenas hacia finales de mes para realizar la primera revisión del programa.
Aunque Grecia ya ha conseguido 26.000 millones, que necesitaba para gastos urgentes, esta primera revisión resultará crucial porque servirá para decidir si Tsipras consigue aflojar las condiciones sobre su descomunal deuda (175% del PIB), ya sea con un retraso de los vencimientos, una rebaja de intereses, o un mayor "perdón" en el pago de los mismos.
Esta primera revisión además servirá para medir la temperatura entre el Gobierno griego y los acreedores, tras las numerosas heridas que dejó la dura negociación del tercer rescate el pasado año.
Llega la reforma más dura
Los últimos meses sin embargo indican que la alta tensión se ha ido reduciendo. Fuentes comunitarias han apreciado los pasos legislativos dados por Atenas en las últimas semanas para cumplir con lo acordado, y han quitado hierro al ligero retraso que ha habido con la presentación de las primeras reformas. Entre las más significativas, la propuesta para lidiar con los préstamos morosos, al permitir que los bancos puedan buscar compradores para los créditos que no son devueltos.
Sin embargo esta medida, y otras reformas en el sector energético o progresos registrados en el campo de las privatizaciones, podrían quedar en la sombra si Tsipras y sus acreedores se vuelven a enzarzar por las pensiones.
Sería una derrota para todos, porque la reforma es la más sensible de puertas adentro en Grecia, donde la paga de los pensionistas es el único sustento para muchas familias. Y Europa no se puede permitir nuevos sustos. Con la presión de los refugiados in crescendo, la amenaza terrorista y el referéndum de permanencia de Gran Bretaña esperado para el verano, el templado Gobernador del Banco Central de Grecia, Yannis Stournaras, ya avisó esta semana que la UE "es ahora mucho más vulnerable que lo que era antes, y está en una posición menos favorable para lidiar con una nueva crisis griega".