
El presidente chino Xi Jinping considera que la segunda mayor economía del mundo tendrá que crecer al menos un 6,5 por ciento anual durante los próximos cinco años para poder duplicar su tamaño, así como la media de ingresos de sus ciudadanos, en 2020 con respecto a los niveles registrados a comienzos de la década. Un compromiso que relaja en cinco décimas las metas anteriores pero que podría poner en riesgo parte de las reformas que garantizarán que la transición a una economía orientada al consumo interno no sufre un aterrizaje forzoso.
Este mensaje dado a conocer por la agencia oficial de noticias en China, Xinhua, coincide con los rumores ya barajados la semana pasada y con los últimos datos económicos que confirman la ralentización de la expansión del gigante asiático. De hecho esta semana conocimos como la actividad manufacturera del país continúa en contracción mientras el sector servicios también perdió fuelle. Desde el pasado mes de noviembre, el Banco Popular de China ha implementado un total de seis recortes de tipos de interés mientras Pekín ha anunciado un abanico múltiple de inversiones en proyectos de infraestructura con la intención de reavivar la economía.
El Fondo Monetario Internacional estima que China crecerá alrededor de un 6,8 por ciento este año pero a partir de 2016 su tasa de crecimiento comienza a distanciarse de los niveles propuestos por Xi. El año que viene, la expansión económica se debilitará hasta el 6,3 por ciento y en 2017 llegará a tocar el 6 por ciento. En ningún momento entre 2016 y 2020, la segunda mayor economía del mundo no conseguirá alcanzar las nuevas metas propuestas la semana pasada en el XIII Plan a Cinco Años.
Precisamente, todas las miras permanecen puestas en Washington, donde la institución capitaneada por Christine Lagarde tendrá que decidir a finales de este mes si incluye al yuan dentro de la cesta de divisas que componen su SDR, la divisa virtual del Fondo. De ocurrir y elevar a la divisa china al estatus de moneda de reserva internacional, desde J.P. Morgan consideran que el banco central del país seguirá pendiente de garantizar su estabilidad, tirando por tierra las teorías que barajan una devaluación del yuan en su cruce con el dólar.
En un informe del que se hizo eco la agencia Bloomberg, el economista jefe para China del banco estadounidense, Zhu Haibin, aseguró que Pekín ?considera que si emprende una nueva ronda de depreciación de su divisa, aumentará la volatilidad y eso no beneficiará a la economía?. ?Es una teoría conspiratoria del mercado el asumir una devaluación del yuan una vez que el FMI tome su decisión?, determinó Zhu. Según Bloomberg, en estos momentos existen sólo un 11 por ciento de posibilidades de que el yuan caerá por debajo de los 6,50 dólares a finales de año, por debajo del 18 por ciento de posibilidades que barajaba el mercado a comienzos del trimestre.