Economía

China finiquita la política de hijo único tras 35 años para reavivar su economía

  • La medida se enmarca en los esfuerzos de Xi por transformar el país

China ha anunciado que pone el fin a la política de hijo único, que lleva en vigor desde el año 1979, según ha anunciado la agencia oficial Xinhua tras acabar la reunión de cuatro días del Partido Comunista de China en la que se debatió el nuevo plan quinquenal, el primero del Gobierno del presidente Xi Jingping y del primer ministro Li Keqiang.

Así, todas las parejas chinas podrán tener hasta dos hijos, sin las restricciones actuales, que solo permitían tener más de un hijo si el padre o la madre no tenían hermanos, aunque el Gobierno no ha dado más detalles sobre la medida. En 2013, ya se flexibilizó la medida, aunque no ha tenido un gran impacto en la tasa de natalidad.

La medida se enmarca en los planes del presidente Xi Jingping para reavivar el crecimiento y la transformación del país hacia una economía más centrada en el consumo y menos dependiente de las exportaciones.

El find de la política de hijo único era esperada y se venía especulando con ella desde el verano, y forma parte del programa de reformas socio-económicas prometidas por Xi desde que ascendió al poder hace dos años y medio. 

Desequilibrio de género

La prohibición de tener más de un hijo ha sido polémica desde un principio, y ha traído un desequilibrio de género importante, ya que las familias se han decantado principalmente por los varones, multiplicando los abandonos, e incluso muertes de niñas. De hecho, según recoge la BBC, se estima que aproximadamente el 90% de los fetos abortados eran femeninos.

La situación de 'escasez' de mujeres es tal que recientemente salió a la luz el problema de la compra de mujeres de otros países como Vietnam, a precios de alrededor de 18.000 dólares, para que los hombres chinos pudieran encontrar esposa.

Además de la brecha de género, está trayendo problemas de índole económica, con una población envejecida y un decreciente mercado laboral, que al mismo tiempo se está encareciendo, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo actual chino.

China tiene actualmente una población de más de 1.350 millones de personas, el país más poblado del mundo, aunque las previsiones apuntan a que en las próximas décadas será superada por la India. La política de hijo único es la principal responsable de esta tendencia. Cuando se introdujo, China se acercaba a la cota de los 1.000 millones de habitantes, nivel que alcanzó en el año 1982.

El objetivo era frenar un crecimiento desmesurado de la población, animado desde el Estado en las décadas previas con el objetivo de incrementar la fuerza laboral, dado que el partido estimó que el nivel de incremento no era sostenible para el país. Casi 40 años después, el problema al que se debe enfrentar China es exactamente el contrario.

Transformación social y económica

El gigante asiático se encuentra en pleno proceso de transformación económica y social, con una ralentización de su actividad industrial muy importante que está afectando a la economía global en general y a las materias primas en particular. Hasta ahora, la base de su crecimiento era la exportación, y el objetivo de Xi es transformarse en una economía de servicios, consumo e innovación, en suma, dejar de tener un perfil de país emergente.

El mayor problema al que se enfrenta actualmente es el riesgo de caer en la denominada middle income trap (trampa de ingresos medios), una situación en la que un país pierde su ventaja competitiva al incrementar los salarios y no consigue que sus productos tengan el valor añadido necesario para mantener su posición en el comercio global. En China ya hay síntomas de que se podría haber caído en esta trampa, con empresas que se mudan a otros países del sudeste asiático o a la India, que poco a poco se están convirtiendo en las nuevas fábricas del mundo.

Para salir de ella, uno de los remedios es incrementar la demanda interna, potenciando la clase media que consuma más y sustituya en parte las menores exportaciones. Con una población y un mercado laboral envejecido -la fuerza laboral se redujo por primera vez el año pasado-, incrementar el consumo doméstico se complica, y se llega a una situación que, con todas las diferencias, puede recordar al Japón de los años 90 o a la de algunos países europeos hoy en día, pero con una riqueza per cápita muy inferior.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky