El gobierno italiano aprobó este jueves unos presupuestos para 2016 que están orientados hacia el crecimiento. Para ello el primer ministro Matteo Renzi ha hecho encaje de bolillos, bajando los impuestos pero respetando al mismo tiempo las reglas de estabilidad impuestas por Bruselas.
El paquete normativo entrará ahora en el Parlamento, donde tendrá que ser aprobado antes de que acabe el año. Renzi ha destacado así como las medidas estrella de las cuentas generales la eliminación del impuesto a las primeras residencias, la desaparición de los tributos que gravan equipamiento agricultural e industrial, y la reducción del impuesto de sociedades.
El coste de este recorte se calcula en 5.000 millones de euros para el ejercicio. Pese a ello, Renzi espera mantener el déficit público del país dentro de los límites de tolerancia contenidos en el pacto fiscal vigente entre Roma y la Comisión Europea.
En septiembre el gobierno italiano empeoró su previsión inicial de déficit para 2016, al elevarla desde el 1,8% previsto inicialmente hasta el 2,2%. También elevó ligeramente su previsión de endeudamiento, desde el 130,9% hata el 131,4% del PIB.
Renzi prometió entonces que, pese al incremento al alza de las previsiones, el ratio de deuda sobre PIB caerá el próximo año por primera vez en nueve años.