
El empeoramiento de Latinoamérica puede traer una crisis monetaria que impacte en la zona euro. España se salva del contagio, pero se enfrenta a la incertidumbre política de las elecciones.
La eurozona no podrá blindarse completamente del debilitamiento chino y su efecto en los países emergentes por el hundimiento de las materias primas, especialmente por parte de Brasil y el correspondiente efecto negativo en el resto de Latinoamérica, pero el impacto no será tan fuerte como para revivir el fantasma de la recesión.
Un alivio para el Viejo Continente que, sin embargo, afronta el riesgo de acomodarse en un estancamiento secular que se prolongue más allá de lo deseable. Inmersa aún en procesos de recortes, sin incrementos del gasto público, con un programa de compra de compra de activos (QE) que no ha tenido el efecto deseado, y tasas de desempleo todavía muy elevadas en algunos de los países miembros, la economía de la zona euro conserva todos los ingredientes para entrar en un punto muerto prolongado al que además se suma un contexto de desaceleración global.
Con todo, y tal y como apunta Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Group, la eurozona sigue tiene hoy "el mayor riesgo alcista" de la economía global. El superávit comercial, el avance de las ventas ventas minoristas, la recuperación del sector inmobiliario y los precios de la energía a favor compensan de momento el impacto negativo en las exportaciones que vendrá sobre todo de América Latina.
Las exportaciones, a salvo...
El impacto de la desaceleración global en las exportaciones de la zona euro se prevé limitado, ya que "Europa no vende tanto a países emergentes", como señala el profesor del IEB Miguel Ángel Bernal. Lo cierto es que el Viejo Continente ha ido ganando cuota de mercado en las exportaciones gracias a la moderación salarial y el incremento de la productividad. En conjunto, tal y como señala el informe Occidente al rescate, de Arcano Group, la zona euro exporta el 26 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB), con las ventas al exterior subiendo un 6 por ciento interanual. De ese porcentaje, nuestro principal cliente es Estados Unidos, lo que limita el impacto de un previsible descenso de las compras por parte de los países de Latinoamérica, aunque sí afectará "inevitablemente" a las previsiones de crecimiento, como señala María Jesús Fernández, analista de Funcas.
Respecto a China, el impacto es más limitado, ya que el volumen de exportaciones al gigante asiático equivale tan sólo a un 2 por ciento del PIB de la eurozona. Para ilustrar mejor este porcentaje, sirva de ejemplo que el volumen de ventas de los países del euro a China es similar a las exportaciones a Suiza.
...Sobre todo en España
En el caso español las perspectivas sobre el volumen de exportaciones no solo no se resienten, sino que se prevñen mejores cifras. Como explica De la Torre, aunque la tarta de las exportaciones europeas no crezca debido a un estancamiento, "España se come cada vez un trozo más grande de ese pastel", gracias a la moderación salarial y al descenso de las materias primas, que han permitido a España ganar competitividad respecto a sus vecinos europeos.
Los ases en la manga
Si la economía europea finalmente se ve en la encrucijada del punto muerto, aún puede jugar algunas cartas que supongan un revulsivo al estancamiento.
El 3 de septiembre de este año, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) afirmó tajante que "tanto el tamaño como la duración de las compras de activos son flexibles", lo que en román paladino viene a recuperar las famosas palabras del propio Mario Dragui en el verano de 2012, cuando afirmó que haría "todo lo necesario" para salvar el euro.
Como apunta Víctor Alvargonzález, director de Inversiones de Tressis SV, es más que probable que el BCE amplíe el tamaño y duración del QE "si viera que el impacto deflacionista de las compras de los emergentes fuera importante".
Además, como apunta el profesor Bernal, Europa sigue a la espera de ver los efectos del plan Juncker, que pretenden movilizar 315.000 millones de euros en inversiones a lo largo de los próximos tres años.
Con los deberes pendientes
Los expertos coinciden en señalar que Latinoamérica tiene todas las papeletas para ser la región que más sufra el efecto de la desaceleración global. Aunque matizan que habrá importantes diferencias entre países. Para el profesor de la UCM, Fernando Méndez-Ibisate, la clave está en si los países emergentes han hecho o no sus deberes. "Depende de la situación interna de cada país", remarca. Si han hecho bien las cosas, la repercusión será mucho menor, "como ocurre con España en relación con el resto de Europa".
En el mismo sentido, el economista jefe de Arcano Group subraya que Latinoamérica tiene un riesgo "muy evidente", ya que "no aprovechó los años buenos para diversificar sus economías". Así, la región de América Latina se enfrenta al enfriamiento chino y a la depreciación de sus dividas con un porcentaje de ingresos fiscales dependientes del petróleo muy alto. Un cóctel al que se suma la correlación entre el descenso del precio del crudo y el de las materias primas, que hace mucho daño a las economías con alta dependencia de estos productos, como es el caso de Brasil.
El cóctel se completa con el inminente cambio de política monetaria por parte de la Reserva Federal de EEUU. Como apunta Fernández, de Funcas, hay "un riesgo importante de que la situación de los emergentes se agudice, sobre todo por la inminente subida de tipos de la Fed". Un agravamiento que podría derivar en una crisis monetaria grave que impactase sobre la economía global.
Voto de confianza para China
Pese a que el origen de buena parte de los males de América Latina viene de China, parece que el estancamiento del gigante asiático ha dado un paso adelante. El cambio de modelo chino pasa por reducir el consumo de materias primas y potenciar la demanda interna. Un proceso que si bien perjudicará a los productores de materias primas, ha devuelto a China la confianza de los organismos internacionales. El FMI no ha revisado a la baja las previsiones para el gigante asiático, que se mantienen en un 6,8 por ciento para este año y un 6,3 por ciento para 2016. Asimismo, hay que tener en cuenta que China tiene pocos vínculos financieros, lo que reduce el riesgo de contagio con el resto del mundo.