Londres, 15 sep (EFECOM).- El equilibrio de poder económico del mundo está alterándose rápidamente debido a la pujanza de los países emergentes, que totalizan ya más del 50 por ciento de la producción económica mundial, medida por paridad de poder de compra.
El semanario "The Economist", que dedica una sección especial al fenómeno, reconoce que si se calcula el Producto Interior Bruto (PIB) utilizando los tipos de cambio de moneda actuales, esa proporción se reduce al 30 por ciento.
Con todo, señala esa publicación, los países emergentes representaron mucho más de la mitad del crecimiento de la producción económica mundial en el 2005.
Diversas estadísticas indican cómo el poder económico está pasando gradualmente de los países desarrollados como Norteamérica, Europa, Japón o Australia, a los emergentes, especialmente los asiáticos como China y la India.
Las economías emergentes absorben más de la mitad de la energía consumida en todo el mundo y a ellas correspondieron cuatro quintas partes del crecimiento de la demanda mundial de petróleo en los cinco últimos años.
Su participación en las exportaciones mundiales ha crecido asimismo del 20 por ciento, en 1970, hasta el 43 por ciento, el año pasado, y los países de ese grupo controlan el 70 por ciento de las reservas mundiales de moneda extranjera.
Países que antes se consideraban parte del mundo pobre pujan hoy por empresas petroleras californianas, representan una parte cada vez mayor de las emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento del planeta y dejan sentir su peso en las principales negociaciones internacionales, explica "The Economist"
China no ingresó en la Organización Mundial del Comercio hasta el 2001, pero su impacto global es muy superior al de otras economías emergentes gracias a su enorme tamaño y a su apertura al comercio y a las inversiones.
El total de las exportaciones e importaciones chinas representa aproximadamente un 70 por ciento de su PIB, frente a sólo un 25 o un 30 por ciento en el caso de la India o de China.
Para el año 2007, China puede llegar a representar el 10 por ciento del comercio mundial, frente a sólo un 4 por ciento en el año 2000, pronostica la revista.
El crecimiento de las exportaciones de los países emergentes generan ingresos que éstos pueden gastar a su vez en importaciones de los países más ricos, y aunque el ingreso medio de sus ciudadanos es todavía muy bajo, sus clases medias están expandiéndose rápidamente, con lo que se crea un vasto y nuevo mercado, dice "The Economist".
Los países en desarrollo compran ya la mitad de las exportaciones combinadas de Estados Unidos, Japón y la eurozona, y conforme aumente el poder adquisitivo de sus poblaciones, comprarán más en el mundo rico.
El semanario británico predice que esta puede ser la década de más rápida expansión del PIB per cápita, que desde el 2000 ha crecido a un ritmo anual del 3,2 por ciento, superior al del gran período de globalización que terminó con al Primera Guerra Mundial (1914-1918).
"The Economist" reconoce al mismo tiempo que no es oro todo lo que reluce y así, señala que la población china está envejeciendo, las escuelas indias son de ínfima calidad y tal vez el mundo emergente no siga marchando por mucho tiempo aún a una velocidad tres veces superior a la de los países ricos.
Tal vez tarde un poco más en realizarse el pronóstico de los analistas de Goldman Sachs de que para el año 2040 Brasil, Rusia, México, la India y China estarán en el grupo de las diez mayores economías del mundo, explica "The Economist", pero ocurrirá más tarde o más temprano.
El semanario británico afirma que todo ello tendrá también consecuencias geopolíticas aunque sea a la larga, pues la mayor parte de los países en desarrollo son todavía pigmeos militarmente hablando.
China, por ejemplo, no tiene un solo portaaviones y su presupuesto total de defensa es inferior al incremento anual del estadounidense.
Aunque los emergentes no sean un bloque homogéneo o formen una "alianza de intereses" como los que unen a europeos y estadounidenses, será necesario, según "The Economist", ajustar la arquitectura política global.
Ello afectará a la estructura de poder tanto en el Fondo Monetario Internacional, que celebra ahora en Singapur su reunión anual, como a la composición del Consejo de Seguridad de la ONU, que tiene como miembros permanentes a Gran Bretaña o Francia, pero no a Japón, la India o Brasil.
Tampoco tiene sentido, según "The Economist", que el Grupo de los Siete, que es supuestamente el principal club económico del mundo, se dedique a hablar de divisas cuando China, que tiene las mayores reservas oficiales de moneda extranjera, no es siquiera miembro. EFECOM
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