Los problemas para las arcas de la Seguridad Social proceden de varios frentes, y uno de ellos es que España posee una de las mayores tasas de sustitución del mundo, situada en el entorno del 74%. Eso significa, tal y como explica el economista José Ignacio Conde-Ruiz, que los jubilados actuales están cobrando una pensión que representa en media el 74% del último salario que percibían como trabajadores activos.
Aunque existen unos máximos de base de cotización y de pensión, la realidad es que los jubilados de hoy reciben una pensión más alta en proporción que la que reciben en otros países, pues el sistema español es de los más contributivos.
Según detalla Conde-Ruiz en su libro ¿Qué será de mi pensión?, un sistema de tales características, que además sufre un elevado proceso de envejecimiento de la población, "afronta serios problemas de sostenibilidad". Para preservarla, el Ministerio de Fátima Báñez llevó a cabo la reforma de 2011 (pospuso la edad de jubilación de los 65 a los 67 años) y la de 2013, que definió los índices de sostenibilidad y cociente de revalorización.
No obstante, hay que contar con el impacto negativo que sobre los ingresos del Sistema tienen las condiciones de precariedad de los empleos creados (únicamente el 7% de los nuevos contratos son indefinidos) y los bajos salarios. De hecho, estos dos factores explican buena parte de la desigual evolución entre el alza de los afiliados y el aumento de la recaudación.
Alemania, menos contributiva
Entre los países de nuestro entorno, tan sólo Austria presenta una tasa bruta de sustitución superior a la española, puesto que la nómina media que cobran sus jubilados es más del 76% del último sueldo ganado en activo.
Por el contrario, Bélgica y Alemania se sitúan a la cola de los países menos contributivos de la Unión Europea. Ambos registran un 40% de tasa bruta de sustitución, lo que significa que sus jubilados ganan bastante menos de la mitad de lo que cobraban en los últimos tiempos como asalariados en activo.