
Las reformas aprobadas por el Gobierno italiano son "óptimas" pero todavía insuficientes para superar los "cuellos de botella" que frenan la recuperación del país transalpino. Las críticas del Fondo Monetario Internacional a Italia no son una novedad ya que los analistas de Washington llevan tiempo dando una de cal y otra de arena a Matteo Renzi: en año y medio de gobierno el líder progresista ha demostrado saber tomar las riendas de la renovación política, pero de momento ha cosechado más promesas que resultados.
Sin embargo, los datos difundidos la semana pasada en el Artículo IV del FMI (es decir, la evaluación anual que el Fondo hace de la eurozona) han llegado a Roma como una bofetada en la cara de Renzi. El primer ministro transalpino no sólo ama presentarse como el primer mandatario italiano que, desde hace décadas, ha conseguido aprobar reformas estructurales para relanzar la economía, sino que también quiere sacar provecho de estos esfuerzos para conseguir en Europa la flexibilidad presupuestaria necesaria para hacer cuadrar las cuentas en los próximos años. Para 2016 Roma busca casi 20.000 millones de euros adicionales en sus presupuestos y el primer ministro quiere pedir a Bruselas una derogación de la reducción prevista del déficit presentando sus reformas como garantía.
En este sentido el informe del FMI parece haberle aguado la fiesta: según la institución de Washington, Italia necesitará 20 años para rebajar el paro a niveles precrisis, el mismo tiempo que Portugal y el doble que España. Lo que es peor desde el punto de vista de Renzi es que el Fondo insta a Roma a hacer nuevas reformas, incluso en la legislación laboral que el Gobierno acaba de cambiar tras un largo pulso con los sindicatos. El FMI hace a Roma varias "recomendaciones", empezando por un fortalecimiento de la reforma laboral a través de "medidas concretas para rediseñar el modelo suplementario de salarios", es decir los subsidios que se otorgan a los trabajadores cuando una empresa está en crisis, para llegar a un "sistema universal de apoyo" vinculado a la formación de los desempleados. Además el FMI pide una "descentralización de la negociación salarial para una mayor flexibilidad de los convenios".
Se trata de propuestas que Renzi, recién acabado el largo recorrido de la reforma laboral, no puede impulsar a no ser que vuelva a negociar durante meses con sindicatos y partidos (ya que incluso muchos diputados y senadores correligionarios del primer ministro se han opuesto a la reforma).
Por esto el Ejecutivo de Roma decidió responder con dureza a las críticas del Fondo: "Las estimaciones del FMI se basan en una metodología que no tiene en cuenta las reformas estructurales que ya han sido introducidas", explica el Ministerio de Economía transalpino.
El mercado laboral
"Los datos de la dinámica del mercado laboral de los últimos meses parecen confirmar el impacto de la acción de las reformas con resultados mejores que las expectativas", añaden desde Roma subrayando que en junio la diferencia entre nuevas contrataciones y empleados cesados fue negativa por casi 10.000 unidades, mejorando sin embargo con respeto a las 32.000 unidades de junio de 2014. La reforma laboral, según el Ministerio de Economía italiano, ha llevado a casi 25.000 nuevos contratos por tiempo indefinido y a la transformación de casi 35.000 contratos temporales en contratos por tiempo indefinido.
Mientras tanto la tasa de desempleo italiana ha llegado al 12,4 por ciento con respeto al 13 por ciento del pasado mes de noviembre. El dato del desempleo, según la oficina europea de estadística Eurostat, esconde sin embargo un problema: la tasa de paro se refiere a la relación que existe entre los trabajadores a la búsqueda de empleo y la población activa. Pero Italia tiene el récord europeo de personas que no trabajan y han renunciado a buscar empleo a pesar de que sí les gustaría trabajar: son los trabajadores "desanimados" que según Eurostat en Italia alcanzan los 4,5 millones, casi el 20 por ciento de la población activa italiana, el porcentaje más alto de toda Europa, por delante de Bulgaria. El 60 por ciento de estos trabajadores "desanimados" son mujeres. Este es uno de los problemas estructurales al que Renzi tendrá que meter mano, junto a la reforma de la Administración Pública que está preparando y que el FMI considera un cambio clave para relanzar la economía.
En su informe, sin embargo, el Fondo señala otra rareza del país transalpino que perjudica el crecimiento: la incapacidad de aplicar las normas (y las reformas) que ya se han aprobado. Por esto desde Washington subrayan que "la ejecución plena de las reformas ya aprobadas es necesaria para mejorar el contexto empresarial". Renzi está avisado: si quiere que la Comisión Europea le conceda más flexibilidad presupuestaria tendrá que demostrar que sus reformas se aplican con éxito.