Economía

Renzi aprovecha la situación helena para buscar una relajación del déficit

  • El primer ministro necesita 16.000 millones para salvar los Presupuestos

La vía italiana para salir del asfixiante abrazo de la austeridad no pasa por un referéndum. El primer ministro Matteo Renzi ha criticado la decisión de Alexis Tsipras y no piensa secundar los partidos de oposición, empezando por el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, que quieren seguir los pasos de Atenas. La estrategia de Renzi para saltarse las estrictas reglas europeas es mucho más sutil, casi maquiavélica. El primer ministro italiano no se sometió al veredicto de las urnas ni a al convertirse en presidente de Gobierno, prefiriendo hacerle la cama a su compañero de partido Enrico Letta.

Ahora, al igual que Tsipras, también Renzi tiene que negociar con los socios europeos, pues a pesar de las reformas, en Roma las cuentas todavía no salen: en los presupuestos para 2015 el Gobierno italiano decidió ganar tiempo e añadió una clausula que aplazaba a 2016 el aumento del IVA necesario para la sustenibilidad presupuestaria. Pero con una economía que se recupera despacio, Italia no puede subir ahora ese impuesto hasta el 24 por ciento: dreprimiría el consumo y afectaría el tímido crecimiento económico del pais. Por esto Renzi tiene que encontrar, en los presupuestos para el año que viene, 16.000 millones, a los que hay que añadir otros gastos imprevistos (como los aumentos a las pensiones y al sueldo de los funcionarios recién dictados por el tribunal Constitucional), por un total 20.000 millones a recaudar dentro de unos pocos meses.

El primer ministro y su titular de economía, Pier Carlo Padoan tienen un plan: pedir a Europa derogar otra vez el procedimiento de déficit excesivo. Italia está por debajo del umbral del 3 por ciento, pero por su enorme deuda (que supera el 130 por ciento del PIB) tiene que seguir reduciendo el déficit. El año pasado Roma tenía que llegar a un déficit del 2,6 por ciento pero ha conseguido una derogación para llegar hasta el 2,9 por ciento. La justificación del Ejecutivo italiano era que en una situación económica tan desfavorable (un PIB que cerró en 2014 a la baja del 0,4 por ciento), un nuevo esfuerzo presupuestario habría comprometido el éxito de las reformas económicas. Ahora que la economía ha empezado a recuperarse (+0,7 por ciento es la previsión de crecimiento del PIB para 2015) Renzi y Padoan tienen que encontrar otra escusa.

El objetivo es recaudar alrededor de 6.400 millones a través de una mayor flexibilidad presupuestaria. De un lado, Italia quiere subir su objetivo de déficit para 2016 del 1,8 hasta el 2 por ciento, convenciendo los socios europeos que esta medida -que daría a las arcas transalpinas una bocanada de aire fresco de entre 1.600 y 3.200 millones de euros- no compromete la reducción estructural del déficit. Del otro, el país transalpino busca obtener aún más recursos a través de la derogación prevista por las normas europeas en caso de inversiones productivas. Con ese proposito el ministro de Fomento, Graziano Delrio acaba de anunciar un plan de 20.000 millones de euros para construir nuevas infraestructuras.

El camino elegido por el Gobierno italiano es accidentado pero, de momento, parece el único posible. Renzi ya se ha comprometido a 10.000 millones de nuevos recortes al gasto publico para 2016 y tijeretazos adicionales no solo serían difíciles sino podrían tener efectos recesivos. En las próximas semanas, a pesar de guardar las distancias con Tsipras y de criticar el lider griego, el éxito del plan del primer ministro transalpino dependerá mucho de las negociaciones entre Atenas y sus acreedores.

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