Economía

La 'ingeniería verbal' de los griegos y sus socios desbarata el acuerdo

Un hombre pasa por dos carteles que piden el 'no'. Reuters.

Cinco meses de intensa negociación entre Grecia y sus acreedores internacionales, y cinco años de un duro rescate padecido por la población griega quedarán reducidos el próximo domingo 5 de julio a dos monosílabos: sí y no. Siga aquí la última hora sobre Grecia.

Los griegos determinarán con su voto en el referéndum no sólo si aceptan las condiciones de la ayuda europea, sino también su permanencia en la eurozona, la solidez del euro como proyecto político, e incluso el futuro del Gobierno de Alexis Tsipras.

Este trágico desenlace se ha ido tejiendo precisamente a partir de la batalla en torno a otras cuatro palabras clave: troika, programa, recortes y secuencia.

Tan propio del espíritu de un pueblo, el griego, que siente orgullo de ser origen de la mitad del diccionario occidental, y de un Gobierno, el de Syriza, que ha utilizado el lenguaje como humo y espejos para marcar el ritmo de una negociación que ha terminado por fracasar.

Dos meses perdidos para llamar a las instituciones el "Grupo de Bruselas"

El líder de Syriza, Alexis Tsipras, llegó al poder tras las elecciones del pasado enero con la promesa de terminar con las tan odiadas visitas de la troika a Grecia. Su pretensión con ello fue la de desterrar la humillación de la rendición de cuentas que sus ministros debían realizar ante funcionarios del triunvirato formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se movían por los Ministerios helenos como duques en sus dominios. El líder griego consiguió su objetivo.

De este modo, la llamada troika se convirtió después en el "Grupo de Bruselas", en el que los representantes del Gobierno griego se han reunido durante los pasados meses con los funcionarios de la anterior troika en Bruselas, mientras los técnicos de las instituciones intentaban acceder en Atenas a los datos oficiales de los distintos Ministerios.

Sin embargo, este método de trabajo se reveló como un fracaso. Así se refleja en numerosas declaraciones y en la deriva de la negociación hasta un punto límite. Y, como lamentaron desde el presidente del Eurogrupo, el también ministro holandés Jeroen Dijssebloem, hasta el ministro de Economía y Competitividad español, Luis de Guindos, tanta escaramuza verbal provocó que se perdieran dos meses de negociaciones.

La extensión del rescate a junio renovó el plan que Atenas quería liquidar

El Gobierno griego también mostró su habilidad con los malabarismos verbales a los pocos días de llegar al poder, cuanto tuvo que negociar la extensión del programa de rescate por otros cuatro meses, el mismo que expiró esta misma semana, el día 30 de junio.

Como explicó entonces el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, "una cosa es tener un acuerdo, un contrato; eso es válido" pero nosotros "fuimos elegidos para cuestionar la lógica de este programa", un programa que vigilaba la troika que combatían, al mismo tiempo que decía no tener "ningún problema" en cooperar con las mismas instituciones que la formaban.

El Gobierno griego dio muestras de su maestría con la ingeniería verbal al solicitar finalmente una extensión del Acuerdo maestro para la facilidad de la asistencia financiera, que no es más que el nombre técnico del acuerdo de préstamo, con las condiciones de reformas y ajustes, de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Es decir, el programa que el Gobierno griego había prometido liquidar.

Los acreedores niegan ajustes implícitos en la hoja de ruta para un nuevo auxilio

Con tres meses malgastados en discutir y disfrazar el proceso, apenas quedó tiempo para la negociación del propio programa, en la que uno y otro bando marcaron sus líneas rojas con sonoras declaraciones. En este punto no sólo el lado griego ha estirado el diccionario hasta difuminar los contornos de la realidad.

El pasado lunes, en vísperas del final del programa, con un corralito en Grecia, un impago inminente al FMI, y un claro sabor de derrota, el presidente de la Comisión Europea dio un largo discurso para defender su labor, y también para pedir a los griegos que votaran sí en el referéndum de este domingo.

También dijo que "no hay recortes en el nivel de las pensiones" en el paquete ofrecido por las instituciones para llegar a un acuerdo. Sin embargo, el Gobierno griego, y también la prensa internacional, criticaron la deformación de la realidad del jefe del Ejecutivo comunitario, precisamente en uno de los puntos más polémicos de la negociación.

Aunque nominalmente no hay recortes en las pagas a los pensionistas, se eliminan los complementos a las pensiones más bajas y aumentan las contribuciones, o una congelación de todas las pensiones hasta 2021.

El desacuerdo radica en los tiempos de la renegociación de la deuda helena

La deuda ha sido el punto que ha dinamitado el acuerdo, como señaló el miércoles Varufakis. Los cinco meses de negociaciones han pulido las diferencias en las propuestas de ajustes y reformas entre los acreedores y Tsipras, como probó la carta que envió el líder griego la noche del martes.

Sin embargo, los europeos se oponen a una quita de la deuda, como ayer también volvió a pedir el FMI. Grecia pide una renegociación de la "impagable" deuda helena, como parte de un acuerdo para un tercer paquete de ayuda. Sin embargo, el Eurogrupo sólo ofrece desempolvar el compromiso dado al anterior Gobierno en 2012. Esto es, recortar los intereses ligeramente o ampliar los vencimientos, o incluso la cancelación temporal del pago de intereses, ya pospuestos hasta 2022.

Según la última propuesta europea, este compromiso sólo se activará si Grecia primero cumple con todos los ajustes antes de octubre de 2015. Sólo entonces, la eurozona se comprometerían a estudiar esta renegociación de la deuda. Esta secuencia ha chirriado demasiado al lado griego, y ha terminado por alejar sine die la esperada sinfonía (acuerdo).

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