
"El impago al Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene pocas consecuencias automáticas", explica Gilles Moec, economista de Bank of America Merrill Lynch. Recordemos que el próximo 30 de junio Atenas tendrá que desembolsar casi 1.600 millones al Fondo, que según su directora gerente, Christine Lagarde, no otorgará ningún período de gracia al Ejecutivo griego.
De hecho, la francesa, cuya institución fue tachada de "criminal" por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, tiene intención de informar inmediatamente al Consejo del Fondo sobre lo ocurrido a través de una misiva. "Un impago al FMI estaría considerado como un incumplimiento cruzado de los créditos facilitados por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera", aclara George Saravelos, estratega de Deutsche Bank. Esta situación proveería a los acreedores europeos de la opción, pero no la obligación, de exigir el pago total de dichos préstamos, cuya cantidad asciende a 131.000 millones. Aun así, el pago principal de estos créditos no comenzará a madurar hasta 2021, por lo que existen pocas probabilidades de que se presione al país a realizar un cobro anticipado.
Hacer la 'vista gorda'
"La directiva del FEEF deberá decidir inmediatamente cómo proceder y evitar tomar decisiones irreversibles", apunta Moec, quien añade que mientras Grecia continúe pagando los intereses mínimos sobre dichos créditos "ambas partes estarán interesadas en hacer la vista gorda". Dicho esto, el impago al FMI comenzará a poner presión sobre el Banco Central Europeo. La institución podrá mantener la línea de emergencia de liquidez (ELA) a la banca helena, pero estará obligado a reconocer que ha roto las condiciones de su programa de rescate y que la sostenibilidad a medio plazo de los bancos corre peligro.
Fuerte drenaje de capitales
"Las fugas de capital han drenado los depósitos bancarios hasta mínimos en más de una década", resalta Diego Iscaro, economista de IHS Global Insight. "El impago al FMI incrementará las necesidades de imponer controles de capital", recalca Iscaro. Todo dependerá del ambiente político y de la posibilidad de que el BCE imponga unas condiciones más severas de forma gradual a los bancos, como el incremento de las quitas en sus activos colaterales, en lugar de cortar el cordón umbilical por lo sano.
27.000 millones en bonos BCE
Los problemas llegarán cuando Grecia tenga que realizar un pago de 3.500 millones de euros el próximo 20 julio y otros 3.200 millones en agosto sobre los 27.000 millones de euros en bonos que en estos momentos custodia el BCE. Estos bonos son un legado de la deuda reestructurada en 2012, de la que la institución capitaneada por Draghi fue partícipe gracias a un swap de bonos. Hubiera sido ilegal que el BCE participase en dicha reestructuración ya que ello hubiera supuesto que el organismo habría provisto financiación monetaria al país.
Llegar a una relación irreparable
"Un impago en esta fecha transferirá el pago a los contribuyentes europeos, haciendo muy difícil que Atenas y los europeos puedan reparar su relación", justifican desde Bank of America Merrill Lynch. Al fin y al cabo, aunque el BCE se ha lavado las manos a nivel político y ha defendido que su ayuda está destinada a mantener a flote el sistema bancario heleno, el impago de las cantidades arriba mencionadas impactaría en su balance.
Impago sin salida inminente
A partir de este momento es cuando el escenario de una marcha del euro comenzaría a barajarse pero sería posible orquestar un impago sin provocar una salida inminente. Este escenario requeriría controles de capital así como la emisión de pagarés por parte del Gobierno heleno. Una operación que sólo será sostenible a medio plazo ya que imponer estas medidas en un país con extremos problemas fiscales y de liquidez forzará una pérdida considerable en el poder de compra de sus ciudadanos. Esto desencadenará problemas políticos y económicos bajo la presión de los mercados financieros.
No se puede expulsar a Atenas
Un abandono del euro no sería una solución fácil. "Europa no puede expulsar legalmente a Grecia de la eurozona pero el BCE puede hacer que su permanencia sea un infierno", reconoce el economista de BofAML. Bajo este escenario, los griegos no estarían cubiertos contra las consecuencias que implique una salida que, además, llegaría acompañada de un tsunami legal sobre su deuda en euros, lo que provocaría que la vuelta al dracma fuera mucho más complicada.
Coste político
No hay que olvidar que Tsipras no cuenta con el apoyo ciudadano para forzar una marcha del euro, por lo que el coste político de dicho escenario podría ser aún peor que el que supondría imponer un corralito sobre el sistema bancario heleno. Además, de materializarse una salida, Grecia afrontaría importantes retos logísticos difíciles de resolver, como reconstruir de la nada su sistema de pagos.