
Los próximos cambios en el seno del Gobierno han desatado ya los primeros movimientos internos dentro del mismo. El presidente Mariano Rajoy parece dispuesto a mantener en la vicepresidencia a Soraya Sáenz de Santamaría, aunque apartándola de la portavocía. Uno de los nombres que suena para ese puesto es el del ministro de Industria José Manuel Soria, que podría así salir reforzado, con el encargo de mejorar la política de comunicación de cara a las próximas generales.
Una vez asumido, sin embargo, que puede perder este puesto, la vicepresidenta está presionando ahora para colocar en el mismo al ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, una persona de su máxima confianza y a la que tiene en una alta estima, tras su labor como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. De hecho, fue Sáenz de Santamaría la que le rescató para ese puesto, después de que Alonso perdiera en 2007 la Alcaldía de Vitoria.
Para impulsar su candidatura, la vicepresidenta cuenta con el respaldo de los ministros de Hacienda, Cristóbal Montoro, y de Empleo, Fátima Báñez. El problema es que el núcleo duro de Rajoy, liderado, entre otros, por la ministra de Fomento, Ana Pastor, y por el titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, apuesta por la candidatura alternativa de Soria como nuevo hombre fuerte. En su opinión, sería el que mejor podría vender los logros económicos del Ejecutivo de cara a las elecciones generales del próximo mes de noviembre.
No habrá cambios radicales
Rajoy no es partidario, en cualquier caso, de llevar a cabo ningún cambio radical, algo que no ha hecho en toda la legislatura y que mucho menos piensa hacer ahora, cuando está acabando. De hecho, esa es la razón por la que, aunque aparte a Sáenz de Santamaría de la portavocía del Gobierno, la actual número dos del Ejecutivo continuaría como vicepresidenta.
Eso sí, con menos funciones y, posiblemente con menos poder, puesto que, según las fuentes consultadas por este periódico, ha sido una de las exigencias de los barones al jefe del Gobierno tras la debacle de las muncipales y autonómicas. "Hay que cortar las alas a Soraya y a Montoro", cuentan que le pidieron a Rajoy, que, a pesar de todo, es partidario de mantenerlos en el Ejecutivo.
El distanciamiento entre el presidente y su número dos se desencadenó fundamentalmente a partir de la detención de Rodrigo Rato. Rajoy entiende que Sáenz de Santamaría y el ministro de Hacienda son los principales responsables de la forma en la que se llevó a cabo la operación, con la filtración de la noticia a las televisiones, que llegaron a la casa del exvicepresidente económico de Aznar antes incluso que lo hiciera la policía.
En el Gobierno hay quien piensa que el objetivo final era forzar un relevo de cara a las elecciones generales, una vez asumido el deba- cle tanto en las municipales como en las autonómicas. En los últimos meses han surgido voces hablando de un acto de deslealtad, que debía tener respuesta. Rajoy no ha dudado en defender en público una y otra vez a su vicepresidenta, pero ha decidido actuar. Lo que no está claro todavía es si se aceptará su propuesta y nombrará a Alonso o, en cambio, se decantará por Soria.
Buen precedente
Uno de los puntos a favor del ministro de Sanidad es que se trata de una función que conoce perfectamente tras su paso por la portavocía del Grupo Popular en el Congreso, una labor que desempeñó de forma muy elogiada, incluso desde la oposición, desde el inicio de la legislatura hasta su ascenso al Gobierno en sustitución de Ana Mato. "Es joven, eficaz como gestor, dialogante y tiene buena imagen en la calle", asegura uno de sus compañeros en el Congreso. Incluso, algunos no descartan que pudiera cambiar de ministerio, pasando de Sanidad a Presidencia, lo que supondría, no obstante, otro recorte de funciones para Santamaría.
El punto en su contra es que apenas lleva seis meses al frente de un Departamento en el que está haciendo una "excelente labor, reconocida por los profesionales de la sanidad" y en un área que se estima fundamental para recuperar la imagen del Gobierno en la calle, aseguran desde el Ejecutivo. Con estas premisas, lo más probable sería, de confirmarse su ascenso a la portavocía, que compaginara esta labor con el desempeño al frente de la Sanidad.
Respecto a las salidas del Gabinete, sólo es segura la del titular de Educación, José Ignacio Wert, a petición propia. Y también se da por segura la continuidad de todo el equipo económico, incluido Luis de Guindos. El ministro de Economía ha manifestado su intención de seguir en el Gobierno, tras oficializarse su candidatura para presidir el Eurogrupo. También seguirá Cristóbal Montoro en Hacienda, aunque aquí entra también en juego la figura de Soria, que podría actuar como supervisor del área y como hombre fuerte para dirimir en las también conocidas divergencias entre De Guindos y Montoro.
"La relación con Cospedal es susceptible de mejorar"
Más allá del distanciamiento de Soraya Sáenz de Santamaría con Mariano Rajoy y con el ministro de Industria, José Manuel Soria, y a la espera del próximo movimiento de fichas que llevará a cabo el presidente, la actual número dos mantiene un duro enfrentamiento con la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. La tensión obligó este jueves al sucesor de Alonso como portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, a reconocer públicamente que la comunicación entre ambas es "susceptible de mejora".
Pero no sólo eso. Además, puntualizó que mejorar esa comunicación es "esencial". En este momento todos los puentes de entendimiento están rotas y, según aseguran fuentes próximas al Gobierno, no existe ningún tipo de diálogo entre ellas desde hace ya meses. Al margen de apartar a Sáenz de Santamaría como portavoz del Ejecutivo, Rajoy parece dispuesto también a relevar a Cospedal de la secretaría general antes de las próximas elecciones generales.