Economía

Las elecciones británicas ponen a prueba a los mercados

  • El crecimiento logrado por Cameron no le garantiza ser reelegido
El actual primer ministro británico, David Cameron.

Reino Unido celebra hoy unas generales de pronóstico incierto que podrían reescribir la historia británica reciente. Tras cinco años de una austeridad impuesta como terapia de choque tras la crisis financiera y la excesiva exposición a la banca, ningún partido con posibilidades reales de llevar a su hombre a Downing Street ha logrado capitalizar las luces y sombras de la primera coalición en 70 años. Reino Unido vota en sus elecciones generales más reñidas

Como consecuencia, los comicios aparecen como el inicio de una nueva fase que desafiará los cimientos institucionales de un país sin constitución escrita. Los sondeos mantuvieron hasta el final el testarudo empate técnico que desde hace meses igualaba a conservadores y laboristas y todas las quinielas apuntan a que la identidad del próximo inquilino del número 10 será el resultado de complicadas alianzas cuya estabilidad presenta un incierto diagnóstico.

Cameron cae

David Cameron no ha logrado que el mejor crecimiento de entre todas las potencias occidentales lo apuntalen como el candidato con la receta necesaria para garantizar la recuperación. Las encuestas, de hecho, auguran a los conservadores la pérdida de más de 20 diputados en relación a 2010, cuando al por entonces debutante en unas generales se le había escapado la mayoría absoluta por 23 escaños.

Su rival, Ed Miliband, tampoco ha conseguido que su proyecto de responsabilidad fiscal cale entre un electorado que todavía desconfía del Laborismo para gestionar la economía. Como consecuencia, las formaciones minoritarias jugarán un papel fundamental en un previsible panorama de negociaciones post-electorales que pondrán a prueba no sólo el temple de los mercados, sino la flexibilidad ideológica de los dos grandes partidos.

Los liberal-demócratas han confirmado sus credenciales como partido bisagra, pese al golpe que la demoscopia les augura en una jornada que podría convertir a los nacionalistas escoceses en la tercera fuerza.

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