Los ambiciosos proyectos de inversión en telecomunicaciones que China quiere lanzar en Asia central y del sur, bajo el lema de las "Nuevas Rutas de la Seda", podrían tardar décadas en ponerse en práctica y afrontan grandes dificultades económicas y políticas, advirtió hoy un analista del país asiático.
"Hay muchos retos y riesgos que no van a resolverse en un año o dos. Podría demorarse una década, incluso hasta una generación entera", comentó para el diario South China Morning Post el experto Shi Ze, del Instituto Chino de Centros Internacionales, uno de los más conocidos "comités de sabios" del país asiático.
La amenaza del terrorismo es uno de los principales peligros a los que se enfrentan las Nuevas Rutas de la Seda, dado que muchas de las naciones en las que China quiere invertir en ferrocarriles, carreteras o redes de fibra óptica tienen activos grupos islamistas que "suponen una gran amenaza", advierte Shi.
El especialista puso como ejemplo a Turkmenistán, una de las naciones más cerradas al exterior en Asia Central, donde se sospecha que más de 360 personas se han unido a las fuerzas del autodenominado Estado Islámico.
Otro riesgo añadido es la inestabilidad política en muchos países del continente, ya que en palabras de Shi "naciones de Asia Central como Uzbekistán o Kazajistán tienen líderes septuagenarios, y no está muy claro quien les sucederá", ni si éstos sucesores estarán igual de abiertos a las inversiones chinas.
Por otra parte, opina el especialista, EEUU podría jugar un papel negativo en el desarrollo de los grandes proyectos chinos, ya que Washington también ideó a principios de esta década su programa de inversiones en la región, con especial atención a Afganistán, y podría considerar la iniciativa china una amenaza a ese plan.
Aunque la iniciativa estadounidense no está dedicada a los mismos campos que la china, y busca en cambio mejoras en el mercado de la energía, el comercio, las aduanas o los trámites fronterizos, EEUU "podría no apoyar, o incluso mostrar oposición" a los planes de Pekín, señala el diario South China Morning Post.
Un fondo de 40.000 millones de dólares
La idea de las Nuevas Rutas de la Seda fue gestada por el presidente chino, Xi Jinping, en sus viajes oficiales a naciones vecinas en el año 2013, y tomó mayor forma el pasado año, cuando Pekín anunció un fondo de 40.000 millones de dólares para financiar los proyectos.
Al mismo tiempo, China se aliaba con otras naciones de Asia para crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, con el que confía en aumentar la financiación de los proyectos a 100.000 millones de dólares, una entidad que ya ha atraído a buena parte de Europa, que también quiere invertir en los proyectos.
Para el experto Shi Ze, un último factor que pone en peligro el proyecto es el propio devenir del gigante asiático, cuyas cifras macroeconómicas no invitan al optimismo.
Esta semana se supo que el PIB de la segunda economía mundial creció en el primer trimestre de 2015 solamente un 7 por ciento, la cifra más baja en seis años, y espera que la tendencia a la ralentización continúe, lo que podría poner en riesgo la viabilidad de los grandes proyectos de inversión en Asia, opinó Shi.
"A lo largo de la Historia, China muy pocas veces ha impulsado grandes obras de cooperación exterior como ésta, por lo que hay bastante incertidumbre", concluyó el especialista a través del diario hongkonés.
Las Nuevas Rutas de la Seda se inspiran en la histórica vía comercial que con ese nombre impulsó por tierra y mar el comercio entre China y otros países de Asia y Europa durante siglos.
El plan se divide en dos secciones: el llamado "Cinturón Económico de la Ruta de la Seda", que iría desde el gigante asiático a través de Asia Central y Rusia para enlazar con Europa, y la "Ruta de la Seda Marítima", para facilitar la navegación a través del estrecho de Malaca, India, Oriente Medio y África Oriental.