"Estamos perdiendo demasiado tiempo". Las palabras del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, a su llegada a la reunión de los ministros de Finanzas del euro ayer en Bruselas resumió el estado de ánimo de las capitales.
Grecia y sus prestamistas europeos se enredaron en la discusión sobre dónde arrancar las discusiones técnicas para empezar a perfilar los detalles. Si los europeos insistían en realizarlas en Atenas, como ha sucedido con las revisiones pasadas de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), el Ejecutivo de Alexis Tsipras quería evitar cualquier visita de funcionarios de las tres instituciones que resucitara los fantasmas de pasado.
Éste era el último capítulo en la ofensiva de Tsipras para desmontar cosméticamente la troika, tras haber logrado camuflar las tan odiadas palabras "programa" y "troika" en una sopa de letras o eufemismos que rayan lo surrealista.
Al final, el Eurogrupo optó por una decisión salomónica, que de nuevo permita continuar con los retoques cosméticos. Los responsables de los equipos negociadores de las tres instituciones se reunirán con el Gobierno griego en Bruselas este miércoles para arrancar las discusiones. Pero, al mismo tiempo, sus equipos viajarán hasta Atenas para escudriñar la situación de los cofres helenos, y vigilar los trabajos preparatorios de las reformas demandadas.
Grecia carecería de fondos para pasar este mes
De fondo late todavía un problema de envergadura: la falta de información precisa sobre la situación financiera de la economía griega. Se cree que el país carece de fondos para encarar los casi 4.500 millones de euros en vencimientos que tiene este mes, entre otros pagos, lo que le llevaría a la quiebra. Grecia cumple dos años en deflación tras bajar los precios un 2,2% en febrero.
Además, el país vive con la soga del BCE al cuello, que cualquier semana podría detener la liquidez a los bancos helenos y provocar un pánico bancario. En ambos escenarios, su salida del euro estaría a la vuelta de la esquina. Es más, los economistas alemanes apuestan por la salida de Grecia de la zona euro.
Una vez se conozca la situación financiera del país, explican fuentes europeas, será el momento de saber cómo aplicar las reformas a las que se comprometió Grecia con el Eurogrupo. Se busca así un acuerdo general sobre medidas concretas y calendario. Con este acuerdo en la mano, Dijsselbloem se mostró abierto a considerar fraccionar el desembolso de los 7.200 millones que quedan en el programa actual.
Pero resultará difícil que este temprano desembolso llegue a tiempo de evitar la quiebra de la economía helena, a menos que los europeos terminen por dar su brazo a torcer. Más aún cuando queda por delante la parte más difícil de la discusión: la intensidad de los ajustes que tendrá que tragar Tsipras en pensiones, mercado laboral o fiscalidad.
"Hemos pasado las dos primeras semanas discutiendo quién se encuentra con quién, dónde y bajo que formato", dijo Dijsselbloem al concluir el Eurogrupo. "Han sido una completa pérdida de tiempo".
Más reformas para España
Grecia no fue el único país en la discusión del Eurogrupo. El club del euro también aceptó la prórroga de dos años dada a Francia para recortar el déficit por debajo del 3%. Respecto a España, los ministros del euro subrayaron que gracias a las "amplias" reformas de los últimos años, nuestro país está registrando un crecimiento mayor del previsto, lo que deja "al alcance de la mano" cumplir con el objetivo de déficit para este año. España debe recortar hasta un 4,2% del PIB, cuando la Comisión prevé que se quede en el 4,5%. En este caso, el Eurogrupo valoró la "reafirmación del compromiso" dado por España en diciembre de adoptar más medidas si fueran necesarias.