
El 1 de enero de este año culminaba el proceso de anexión de Crimea por parte de Rusia. A la región tenía que haber llegado una oleada de inversiones y turismo procedente de su nueva 'madre patria', pero a día de hoy a lo que se enfrentan sus habitantes es a una inflación galopante, una dramática reducción de los visitantes foráneos y, en general, a una economía de capa caída.
Desde que en marzo de 2014 Crimea se independizó de Ucrania y se adherió a Rusia, muchas cosas han cambiado en esta península en la que los antiguos zares, y más tardes los ciudadanos ucranianos, solían veranear. Para sus 2 millones de residentes, la realidad está lejos de la prosperidad que se pensaba que iban a alcanzar con la unión a Rusia, unas expectativas creadas por los supuestos planes de inversión que avanzaba el Kremlin y que planteaba, incluso, la creación de un 'Eurovegas' ruso.
Ni turismo, ni multinacionales...
El principal sector económico de la región, el turismo, está en caída libre afectada principalmente por las sanciones impuestas por Ucrania y la Unión Europea. Según los datos oficiales recogidos por Bloomberg, el número de turistas que escogieron Crimea como destino de vacaciones se redujo en un tercio el pasado año, hasta los cuatro millones de visitantes. El 80% de ellos eran rusos, un significativo aumento si se compara con 2013, cuando representaban solo el 25% del total. Se echa en falta la entrada de ucranianos, que hasta 2014 eran el grueso de los viajeros y que ahora prácticamente han desaparecido.
En los últimos meses, muchos negocios internacionales se han marchado del país, una retirada que no ha sido compensada con la llegada de empresas rusas. UniCredit, MasterCard, Visa o McDonald's, entre otros, han echado el cierre a sus negocios en Crimea. En su lugar se ha implantado una sociedad de 'solo en efectivo'. Mientras, las firmas rusas no acaban de decidirse a apostar por el nuevo territorio ruso, ni siquiera el banco estatal OAO Sberbank, la mayor entidad del país.
La explicación, según indica a Bloomberg el profesor de Ciencias Políticas de la Escuela Superior de Economía de Moscú, Nikolai Petrov, es que quieren evitar posibles sanciones por operar en Crimea, a la que tanto EEUU como la Unión Europea califican de "territorio ocupado".
Inflación disparada
Sin embargo, para la mayoría de habitantes de la península, el problemas más acuciante es el encarecimiento de los alimentos y el desabastecimiento de las tiendas. De acuerdo con fuentes oficiales de las autoridades de Crimea, la inflación en diciembre fue del 42,4% en términos interanuales. Este avance es debido, fundamentalmente, al bloqueo impuesto por Ucrania, que al no reconocer la frontera ha ilegalizado de forma indirecta el comercio con Crimea. De hecho, Ucrania no permite ningún tipo de comunicación con su antiguo territorio.
Pocos productos se han librado de este bloqueo y ahora la mayor parte del aprovisionamiento de las tiendas de alimentación y supermercados llega, vía ferry, desde Rusia, con el consecuente repunte de los costes.
"Al gobierno de Crimea le gustaría recibir suministros de Ucrania para evitar las tensiones sociales, pero la política está triunfando sobre el negocio en Ucrania", afirma Sergei Makeyev, director de la Asociación de Comercio de Crimea.
Después de la anexión, Vladimir Putin, presidente de Rusia, propuso recompensar sus nuevos votantes duplicando las pagas a unos 560.000 pensionistas y 200.000 trabajadores públicos. Pero esta subida de los ingresos ha sido engullida por la creciente inflación.
Así las cosas, los 681.000 millones de rublos que Rusia se había comprometido a gastar en Crimea hasta el año 2020, incluyendo infraestructura, podrían no ser suficientes para satisfacer las necesidades de la región, afirma Oleg Saveliev, el ministro que Rusia ha designado para tutelar la península. Y, de todas formas, sigue sin estar claro cuando empezará a llegar la inversión prometida por Moscú, que se enfrenta a su propia crisis económica.