Economía

El barril a 50 dólares apremia al BCE para comprar bonos antes de marzo

Europa necesita algo más que el petróleo barato para relanzar el crecimiento, asegura Roubini. La necesaria inyección del banco de Fráncfort llevaría al euro a tocar los 1,15 dólares este año.

El crudo barato se ha convertido en una nueva losa para Mario Draghi y los altos funcionarios del Banco Central Europeo. Con el Brent dejándose alrededor de un 50 por ciento de su valor desde el pasado mes de junio y perdiendo hasta siete dólares en los primeros compases de 2015, es difícil contemplar un escenario donde se descarte una expansión monetaria en forma de compra de bonos soberanos (conocido como quantitative easing, QE por sus siglas en inglés, o flexibilización cuantitativa). "En la eurozona, el crecimiento es anémico y el shock de la caída de los precios del petróleo se produce en un escenario casi deflacionista", apuntaba esta semana Nouriel Roubini, durante una conferencia telefónica con clientes de su consultora Roubini Global Economics (RGE). "Desde nuestro punto de vista esto no hace más que añadir presión al BCE para que emprenda una compra de bonos soberanos probablemente en enero, aunque la decisión final podría retrasarse hasta marzo", indicó.

Mientras que desde RGE estiman que el recorte en el coste del oro negro añadirá entre 0,3 a 0,5 puntos porcentuales al crecimiento económico mundial, beneficiando principalmente a países como Estados Unidos y mejorando la posición fiscal de países como India, Indonesia e incluso México, el efecto en la zona euro será más bien modesto. "El impacto de los precios del crudo será mayor en los canales de inflación que en el crecimiento", apostilló Rachel Ziemba, directora del área macro de RGE. Para evitar que las inflaciones negativas se conviertan en un problema de deflación, "el impacto tanto en los precios como en la inflación subyacente indica la necesidad de aplicar una compra de bonos soberanos", respaldó Roubini. Para los expertos de RGE, el futuro de la eurozona está condicionado por los problemas estructurales que todavía amenazan a su economía "no sólo por el shock cíclico del crudo", justificó Ziemba.

Inestabilidad política

Por ello, pese a que el precio del petróleo suponga una pieza más del enrevesado puzzle europeo por evitar la japonización, asuntos como la inestabilidad política y las propias normativas de la eurozona determinarán las perspectivas de crecimiento para la región. "Los impuestos sobre la energía son más altos que en otras economía avanzadas, por lo que los consumidores se beneficiarán menos del abaratamiento del petróleo", justifican desde la consultora presidida por Roubini. "La rebaja en los precios del crudo no bastará para evitar el estancamiento en la zona euro. Ayudará, pero no tanto como una compra de bonos soberanos a la hora de reconducir a la economía hacia un crecimiento sostenible", puso de manifiesto Ziemba.

La consultora de Roubini estima que el crecimiento de la zona euro alcanzará este año el 0,7 por ciento con una inflación que rozará el 0,6 por ciento. Alemania puede desacelerar su expansión económica mientras Italia y Francia se enfrentan a otro año de decepciones. Se contempla en estas cifras la posibilidad de esa compra de bonos soberanos del BCE que llevaría al euro a tocar los 1,15 dólares este año y caer hasta los 1,10 dólares en 2016.

Actualmente, RGE sitúa el precio medio del barril de Brent en los 56 dólares este año. Este coste está basado en un exceso masivo de la oferta, que tocará los 1,9 y 2 millones de barriles diarios en la primera mitad del año, debido a la pasividad de los países exportadores a la hora de reducir la producción. Esta tendencia debería corregirse a partir del tercer trimestre, especialmente cuando los productores de esquisto estadounidenses comiencen a reducir producción. Aún así, el volumen de inventarios seguirá siendo alto. Ello tendrá un efecto neto positivo en el crecimiento económico de la economía mundial, que según RGE debería superar el 3,1 por ciento en 2015, dependiendo de otros factores como el desapalancamiento, los riesgos geopolíticos y la eficiencia energética.

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