Rusia y Venezuela son dos de los principales afectados, ya que dependen mucho del petróleo.
Ya se han cumplido dos semanas de diciembre y el futuro del crudo parece cada vez más negro. En apenas diez sesiones el petróleo de referencia en Europa, el Brent, ha perdido más de un 11 por ciento (sólo en la última semana su precio ha retrocedido un 10,2 por ciento). En este sentido, el barril cotiza en los 62 dólares, un 46 por ciento por debajo de los 115 dólares que marcó en junio y que supuso su máximo anual. Un comportamiento que replica su homólogo estadounidense, el West Texas, que el viernes se movía por debajo de los 60 dólares por primera vez desde 2009.
En esta guerra declarada por Arabia Saudí, con el apoyo de algunos miembros de la OPEP, a Estados Unidos para luchar contra el auge de la producción de gas de esquisto y provocar que la técnica de extracción, conocida como fracking, no resulte rentable y así eliminar al que puede ser su principal competidor, algunas economías están sacando verdadero petróleo, pero no todas. "Los países exportadores netos de crudo, obviamente, sufrirán, mientras que los importadores saldrán beneficiados", explican desde Lombard Odier. De hecho, de las treinta grandes economías del mundo, una de cada cuatro se ve afectada negativamente por la situación del petróleo: Arabia Saudí, Rusia, Brasil, Argentina, Noruega, México, Venezuela, Nigeria o Indonesia. "No es sorprendente que Oriente Medio sea el gran perdedor, aunque la región está inmunizada por sus amplios superávits fiscales", señalan desde la firma.
Rusia es otro cantar. Hay que tener en cuenta que aunque países como Venezuela o Nigeria también se ven seriamente afectados por la caída del precio del petróleo, su asiento en la OPEP les permite, al menos, intentar negociar. Sin embargo, los rusos no cuenta con ese privilegio, por lo que sólo les queda sentarse a esperar mientras su economía sufre cada día más estragos. De hecho, esta semana el Banco de Rusia tomó la decisión de elevar los tipos de interés al 10,5 por ciento para paliar el descalabro del rublo, que en lo que va de año se deprecia contra el dólar más de un 43 por ciento.
A este respecto, desde Bank of America estiman que una bajada de 10 dólares en el precio del Brent supone un deterioro en la balanza comercial del país equivalente a un 1,9 por ciento del PIB. Es decir, que tras retroceder el crudo algo más de 50 dólares, Rusia dejaría de ingresar unos 200.000 millones de dólares del exterior.
"La situación en Rusia es bastante más problemática (que en Oriente Medio). El colapso de los precios del petróleo acelerará, con toda seguridad, la entrada del país en recesión", apuntan desde Lombard Odier.
Por otro lado, Venezuela es otra víctima del oro negro. Más si cabe teniendo en cuenta que, tal y como apuntan desde Moody's, un retroceso del barril hasta la zona de los 60 dólares, incrementa el riesgo de default para el país. En un informe, la agencia señala que los ingresos, tanto de Rusia como Venezuela, dependen en "gran medida del petróleo y tienen un alto gasto que podría ser políticamente difícil de cortar".
Por sectores, el claro perdedor es el petrolero, ya que "es la materia prima con la que trabajan y las compañías del sector necesitan que su precio se encuentre a unos niveles determinados para poder seguir invirtiendo y para que su actividad resulte rentable", explica Victoria Torre, de Self Bank.
'Sacan petróleo'
En toda situación siempre hay quien sale mal parado y quien saca provecho y países como España, Japón o la India están en el segundo caso, ya que son importadores de esta materia prima. Mientras que el ministro de Economía, Luis de Guindos, prevé que la caída del precio del crudo podría impulsar el PIB de España entre un 0,5 y un 1 por ciento en el próximo año y medio, el ex ministro de Industria, Miguel Sebastián, calcula que nuestro país se ahorra 6.000 millones por cada 10 dólares que baja el valor del petróleo.
Teniendo en cuenta el retroceso que sufre el Brent desde los máximos anuales, España se libraría de pagar unos 31.000 millones.