Economía

Wim Duisenberg y Jean-Claude Trichet: los vigías de la torre de Fráncfort

Nadie como William McChesney Martin Jr., presidente de la Reserva Federal estadounidense entre 1951 y 1970, ha sabido definir la labor de los banqueros centrales. "Son los que se llevan la fuente de ponche justo cuando la fiesta comienza a animarse", aseguró en su día. En efecto, si quieren evitar que la inflación se dispare porque hay más dinero -ponche- del que es deseable en la economía -fiesta- deben retirar tan apetecible bebida subiendo los tipos de interés.

Con dicha actuación, asumen que alguien debe desempeñar la función del aguafiestas que dote de equilibro al crecimiento. Eso sí, del mismo modo que lo retiran, también sirven más licor en el momento en que detectan que los precios dejan de ser un problema.

En sus diez años de historia, el Banco Central Europeo (BCE) ha tenido dos camareros. El primero fue el holandés Wim Duisenberg y el segundo, el francés Jean-Claude Trichet. Ambos han sido los encargados de gobernar la institución en su primera década de andadura. Los dos, por tanto, han sido los auténticos vigías de la Torre de Fráncfort, la sede central que la entidad posee en la ciudad alemana.

Comienzos difíciles

Por aquello de haber sido el primero, Duisenberg tiene garantizado un hueco en la historia del BCE. Aunque ese mismo motivo también le puso las cosas más difíciles. Él, en primera persona, lideró los primeros pasos de la entidad en 1998 y la puesta en circulación del euro. Vamos, que le tocó estrenar toda la arquitectura financiera levantada con la entrada en vigor de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

Por si fuera poco, llegó a la institución rodeado de polémica. Su elección se produjo después de una intensa negociación entre Alemania y Francia. El holandés era el candidato propuesto por las autoridades germanas, mientras que la delegación gala apostaba por Trichet. Finalmente, las conversaciones se saldaron con un pacto salomónico: Duisenberg sería el presidente, pero no consumiría los ocho años de su mandato y cedería los trastos al banquero galo hacia mediados de 2002.

Resuelta la incógnita, Duisenberg se centró en lo suyo. Y las cifras no le dejaron en mal lugar. Bajo su batuta, la inflación media de la zona euro se situó en el 2 por ciento, prácticamente en línea con el objetivo perseguido de mantener los precios por debajo, pero cerca, del 2 por ciento; y el crecimiento medio alcanzó el 2,2 por ciento, una cifra notable teniendo en cuenta que el BCE tuvo que lidiar en sus inicios con el pinchazo de la burbuja tecnológica entre 2000 y 2002 y la contracción provocada por el shock de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.

La viabilidad del euro

También defendió con éxito la viabilidad del euro, cuyas caídas iniciales en los mercados hicieron saltar todas las alarmas sobre el papel que podría desempeñar la nueva divisa en el panorama mundial. Todo ello sirvió para comenzar a edificar la credibilidad del BCE, un activo indispensable para cualquier banco central.

Pero no todo fueron aciertos en su mandato. Aunque estuvo atinado en el fondo, las formas no fueron las mejores. "Duisenberg coordinó bien el lanzamiento de la nueva institución, pero su política de comunicación era nefasta, lo cual reducía la eficacia de la política monetaria", considera José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

Duisenberg no se caracterizó por su transparencia y mostró un celo excesivo a la hora de defender la independencia del BCE, dos características que generaron continuos desencuentros entre la entidad y los mercados financieros y la clase política.

Mejor comunicación

Relajar este clima de tensión figuró entre las prioridades de Trichet cuando accedió a la presidencia. Su llegada, eso sí, se produjo más tarde de lo estipulado, puesto que su desembarco se demoró hasta el 1 de noviembre de 2003. ¿El motivo? Hubo que esperar a que fuera absuelto en un caso de irregularidades contables del banco francés Crédit Lyonnais.

Rozando ya su quinto año al frente de la entidad, los expertos valoran los esfuerzos realizados en materia de comunicación. "Trichet está más enfocado", afirma José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. "Trichet ha mantenido los logros de Duisenberg y su comunicación es sobresaliente", añade José Carlos Díez.

Estos avances han facilitado su gestión... pero no le han librado de su correspondiente ración de problemas. Los contratiempos no han venido de la mano del crecimiento, cuya media se mantiene en el 2,2 por ciento, pero sí de los precios. De momento, su lucha contra la inflación arroja un promedio del 2,3 por ciento, peor que el de su predecesor, pero es que Trichet se viene enfrentando a los precios energéticos más altos de la historia.

Controlar la inflación y definir las líneas básicas para seguir haciéndolo en el futuro representa el primero de los dos grandes retos que tiene ahora entre manos. El segundo consiste en defender la independencia del BCE, que en los últimos meses ha sido puesta en entredicho por líderes políticos, como el presidente francés Nicolas Sarkozy.

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