
La economía de la Eurozona ya ha salido de la recesión: el bloque creció en el segundo trimestre un 0,3%, pero son muchas las dudas que surgen sobre la posibilidad de lograr un crecimiento aún más sólido. La razón por la que los economistas se muestran escépticos es la gran carga que supone la deuda del sector privado: miles de millones de euros acumulados en la década anterior que siguen siendo un problema.
The Wall Street Journal analiza en un artículo esta realidad y establece una comparativa con la situación que vive Estados Unidos. Señala que los hogares, las empresas y los bancos de EEUU entraron en la crisis financiera mundial con niveles de deuda no tan distintos a los registrados en otras regiones, pero cree que la primera economia mundial ha sabido manejar mucho mejor la situación.
Un combinación de medidas, junto con la avalancha de impagos hipotecarios y las inyecciones masivas de liquidez de la Reserva Federal han dejado al sector privado listo para comenzar a expandirse de nuevo, señala.
Europa sin embargo está muy lejos de EEUU. La carga que soporta significa que las empresas tienen menos dinero para invertir, las familias tienen menos dinero para gastar y los bancos menos para prestar. El gran nivel de deuda existente debe reducirse y mientras dura este proceso de desapalancamiento los economistas no esperan que el crecimiento de la Eurozona sea muy superior al leve 0,3% que se registró en el segundo trimestre.
El mayor freno
Sin duda, el desapalancamiento en el sector bancario de la zona euro puede llegar a ser uno de los mayores frenos para el crecimiento del bloque en los próximos años. Un reciente informe elaborado por Royal Bank of Scotland (RBS) prevé que los bancos de la Eurozona deben recortar 3,2 billones en activos en los próximos cinco años para cumplir con Basilea III y la normativa sobre el capital.
"Con un proceso de desapalancamiento en marcha, es muy difícil tener un fuerte crecimiento", señala el economista de RBS Alberto Gallo, en declaraciones que recoge WSJ.
La carga es aún mayor para los bancos más pequeños, que deberán deshacerse de alrededor de 2,6 billones de euros, lo que dispara los temores de que los créditos a las pequeñas y medianas empresas se vean todavía más reducidos como resultado.
Los bancos de la Eurozona ya han hecho mucho para reducir sus balances en 2,9 billones de euros desde mayo de 2012, pero el problema de la periferia es que resulta muy complicado lograr el dinero necesario para recapitalizar la banca. Las entidades tienen cerrado el acceso a los mercados y los gobiernos, con problemas de liquidez, no tienen los medios para recaudar más capital, opina el WSJ.
Alberto Gallo apunta a la necesidad de políticas para reducir el coste del crédito en la periferia. El plan de Bruselas y el BEI para movilizar hasta 100.000 millones para pymes es un comienzo prometedor, piensa.
Mientras el consumo en EEUU ha aumentado considerablemente en los últimos meses, y la demanda de vivienda ha comenzado a recuperarse, en la Eurozona, el consumo en los países con grandes deudas de los hogares, como Holanda, España, Portugal e Irlanda, ha fracasado.
"El análisis sugiere que la presión de desapalancamiento podría ser más alta en Chipre, Portugal y, en menor medida, en España", escriben los economistas. "Las presiones de desapalancamiento en Irlanda y Holanda también podrían ser importantes".
Una combinación tóxica
En el fondo, apunta el artículo, la austeridad impuesta por los distintos gobiernos de la Eurozona han agravado el daño económico causado por las deudas persistentes. En EEUU la política presupuestaria más flexible ha ayudado al proceso de desapalancamiento del sector privado.
Eso significa que las famílias, los bancos, las empresas y los gobiernos están tratando de reducir sus deudas al mismo tiempo, en lo que dicen los economistas es una combinación minuciosamente tóxica para el crecimiento.