
La moda de hablar del corralito español, tras adquirir relevancia gracias a Paul Krugman, salta ahora a la revista económica de mayor influencia, The Economist, que no obstante presenta una visión bastante distinta a la profecía del premio Nobel.
El magazine ha publicado un artículo explicando la situación actual de España, "hogar de algunos de los bancos más débiles de Europa", con el título de The corralito risk (el riesgo del corralito en inglés). Y a pesar del titular, la revista no cree que vaya a suceder algo parecido y resalta que "no debería pasar en un país solvente como España".
Sin embargo, añade, "mientras el espectro de una salida de Grecia del euro se cierne sobre Europa (haciendo un juego de palabras con la famosa introducción de El Manifiesto Comunista, de Karl Marx), los bancos españoles se han convertido en una gran preocupación", y destaca que varios ministros han tenido que salir a negar el riesgo de corralito.
"Los nervios se están crispando", resalta la revista sobre el caso de Bankia y sobre la mujer que asaltó al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, amenazando con "matar" si perdía sus ahorros en la entidad.
The Economist también destaca que, a pesar de todo, los depósitos en la banca española se incrementaron en marzo, y asegura que los que deberían estar enfadados no son los depositantes de Bankia, si no sus accionistas.
Los problemas financieros
La banca, con todo, tiene mayores problemas que Bankia y tienen que enfrentarse a los saneamientos ordenados por el Gobierno para afrontar el lastre del ladrillo.
Sin embargo, la publicación vuelve a romper una lanza en favor de España y asegura que los españoles, a pesar del alto nivel de desempleo, "tienen una trayectoria excelente a la hora de no impagar las hipotecas". Eso sí, también reseña que los últimos datos de morosidad y el pobre desempeño de la economía en general muestran que la "presión se incrementará" sobre los bancos.
The Economist concluye que el compromiso con la austeridad de Rajoy va a profundizar la recesión, por lo que se pregunta: "¿No hay fin al dolor en España? (Is there no end to Spain's pain?)". Quizá le diera la razón al presidente de Gobierno, que ayer aseguró que "no se puede vivir mucho tiempo así".