Que uno de los estados más grandes de EEUU sufre problemas financieros está a la orden es un secreto por todos ya conocido. Sin embargo, el derroche de las cuentas públicas del gobierno de California no termina de sorprender y levanta ampollas entre las decenas de miles de funcionarios que han sido despedidos para evitar la quiebra del soleado estado norteamericano.
La última gota que ha colmado el vaso de la paciencia de muchos tiene nombre de mujer. Se llama Jean Keller y es una enfermera que llegó a embolsarse hasta 269.810 dólares anuales por ofrecer sus servicios en una prisión de la costa central de California. Mientras las protestas contra Wall Street y los bonus bancarios se extienden a lo largo del país, las horas extra de algunos funcionarios de California, como Keller, hincharon sus bolsillos con un total de 1.700 millones de dólares, una cantidad de costear los sueldos de casi 25.000 profesores despedidos de sus escuelas públicas.
Tampoco debemos olvidar que California hace encaje de bolillos para enfrentar un déficit que asciende hasta los 19.000 millones de dólares, una cuenta que ha dañado directamente a la educación pública de sus aulas, que podrían tener que reducir sus curso escolar en siete días y eliminar el transporte de alumnos si la sangría de financiación persiste.
Grandes sueldos
Esta situación pone de manifiesto una tendencia implantada en California, donde los trabajadores del gobierno ganan mucho más que en otros estados por realizar tareas similares. Así algunos gerentes urbanos californianos ganan más que algunos gobernadores estatales o el salario de la mayoría de los médicos de prisiones californianas ganan más que sus homólogos en otros estados. En el caso de los bomberos, aquellos que trabajan en la ciuda de Los Ángeles ganan el doble que la media nacional.