Economía

La Unión Europea se rebela contra el plan de competitividad de Merkel

  • Los líderes europeos temen una Unión Europea a dos velocidades
  • Se pone de manifiesto una batalla entre Berlín y París contra el resto
Foto: Archivo

El pacto para la competitividad, el plan propuesto por la canciller Angela Merkel y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para integrar aún más la Unión Europea en materia económica, empieza a sumar detractores. España defiende flexibilizar salarios antes que suprimir la indexación al IPC.

Aunque el texto todavía no está aprobado, y aún debe discutirse en una cumbre prevista para marzo, los países de la Eurozona se resisten a las reformas económicas que exige Merkel.

Muchos de los estados miembros de la Eurozona y de la Unión Europea comienzan a sentirse invadidos por eje franco-alemán y el plan se encuentra cada vez con más opositores en el bloque de los 27, asegura hoy en un artículo el periódico alemán Der Spiegel. Todos los líderes europeos tienen algo que criticar al plan. El bloque de países presionados por la deuda, por un lado, y los fiscalmente disciplinados, por otro. Una de las mayores críticas es que nadie está familiarizado con el texto, tal y como asegura el primer ministro checo, Petr Neas.

La intención de Merkel y Sarkozy es crear un pacto para la competitividad, que obligue a todos los miembros de la zona euro a adherirse a políticas fiscales y sociales comunes como contrapartida para reforzar el fondo de rescate para los países con problemas de deuda. Entre otras propuestas contempla que los límites a los niveles de deuda se establezcan por ley, elevar la edad de jubilación debido al envejecimiento de la población, desvincular la subida salarial al incremento de la inflación y establecer un tipo mínimo y común para todos del impuesto de sociedades.

Una Unión Europea a dos velocidades

En un principio, los países no pertenecientes a la eurozona se molestaron porque la propuesta de Merkel sólo contemplaba que se vincularan a sus políticas económicas y sociales los miembros de la eurozona, si bien la canciller alemana ha señalado que la vinculación del resto de países podría ser opcional. El primer ministro polaco, Donald Tuk, se preguntaba por qué Merkel tenía que establecer una división. Asimismo, el primer ministro británico, David Cameron, también protestó contra una versión de dos velocidades de Europa, diciendo que no quería ver el mercado interior europeo socavado.

Entre las principales críticas al plan, figura la de Bélgica, quien asegura que la vinculación de los salarios a la evolución de precios ha sido un "modelo social" en su país durante décadas. Por su parte, el canciller austríaco Werner Faymann, se opone a los planes de Merkel en materia de pensiones alegando que no está dispuesto a decirle a sus compatriotas que tienen que trabajar más tiempo. Incluso el primer ministro finlandés Mari Kiviniemi, ha expresado su preocupación.

Otra de las críticas proviene de la propuesta de armonizar el impuesto de sociedades. El presidente de Chipre, Dimitris Christofias, asegura que su país depende de un tipo bajo. "Si cedo en este punto, no voy a poder regresar a casa", asegura. En una línea similar se ha expresado el primer ministro irlandés, Brian Cowen, alegando "que su país compite con otros que no pertenecen a la Unión Europea", con un bajo impuesto de sociedades.

En el caso de España, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, ha aceptado la propuesta alemana de elevar la edad de jubilación, como de hecho ya se ha hecho en España, pero la ministra no se ha referido a otras propuestas alemanas como establecer un límite al déficit por ley o evitar que los salarios y pensiones se actualicen con la inflación.

El único apoyo que ha conseguido Merkel es el de Sarkozy. La Asamblea Nacional de Francia siempre se ha quejado del bajo impuesto de sociedades irlandés y aún así apoyó el plan de rescate de Irlanda. Ahora le toca a éste devolver el favor, señala Sarkozy.

El debate, en definitiva, muestra claramente las nuevas líneas de batalla en Europa: Berlín y París contra el resto, asegura Der Spiegel. El portavoz del resto de los países, El primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, cuya relación con Merkel y Sarkozy ha sido inestable desde hace algún tiempo. "Realmente no veo ningún valor añadido al plan", asegura.

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