Arturo Fernández, presidente de CEIM, la organización "más importante de España", como él mismo la define recordando que representa a medio millón de empresas y más de tres millones de trabajadores, acaba de asumir la vicepresidencia de la CEOE, tras las elección de Juan Rosell al frente de la patronal española y la dimisión de Gerardo Díaz Ferrán, al que le unen vínculos familiares. Economista y presidente del Grupo Arturo, preside también la Cámara de Comercio de Madrid.
La CEOE firmó finalmente el llamado Pacto Social Anticrisis. Sin embargo, dirigentes empresariales aseguran que se ha hecho más por sentido de Estado que por convencimiento.
Hace un año reclamé públicamente que todos los sectores sociales y políticos del país hiciéramos un ejercicio de responsabilidad, y que nos había llegado la hora de afrontar a fondo reformas que, aun siendo impopulares, eran ya entonces imprescindibles. Los empresarios, y también es justo reconocer que los sindicatos, hemos hecho un ejercicio de responsabilidad y de sentido de Estado.
Los empresarios queremos y vamos a poner todo nuestro empeño en asumir nuestra responsabilidad con pragmatismo y pensando en el conjunto de la sociedad española para asegurar nuestro futuro con el mayor grado de cohesión y progreso posible. Ése es el sentido de Estado que hemos puesto en el acuerdo, porque este pacto tiene el suficiente contenido para haber estampado nuestra firma con convicción y compromiso.
Y, ¿piensa, de verdad, que éste es el acuerdo que necesita la economía española para recuperar el crecimiento y el empleo?
Creo que este es el principio de todos los cambios que necesita este país. Es verdad que quizás no se ha hecho en el momento oportuno, como sí lo hicieron otros países y de ahí nuestro retraso. Pero los empresarios vemos ahora, y por primera vez, al Gobierno con el mismo espíritu de reformas que los empresarios tenemos desde hace años, y ése es un gran avance.
¿Quiere decir que el Gobierno está ahora más cerca de los empresarios y de sus demandas?
El Gobierno se está acercando no a las posiciones de CEOE, sino a lo que necesita este país. Al fin se ha dado cuenta de que lo que decimos los empresarios es lo que dicen y quieren los españoles, que se resume en crear empleo.
Se ha comparado este acuerdo con los Pactos de La Moncloa.
No se trata de reeditar los pactos de La Moncloa porque España no es la de 1977. Además, lo que hemos firmado ahora es un acuerdo social y no un pacto político.
Al menos, sí estarán satisfechos con el contenido de la reforma del sistema de pensiones.
En las pensiones vamos hacia un sistema parecido al alemán. Este acuerdo supone un avance importantísimo que nos va a permitir ahorrar el 2,3 por ciento del PIB a partir de 2013. Cierto que en estos momentos no va a arreglar la cuentas públicas, pero sí va a ser decisivo para que el sistema de pensiones sea sostenible en el futuro.
Ahora toca la negociación colectiva y el desarrollo de la reforma laboral. ¿Cuáles son aquí las líneas rojas de la CEOE ?
A los empresarios no nos gusta hablar de líneas rojas. Sí tenemos unos puntos que consideramos son prioritarios, como la ultraactividad, que permite la prórroga de los convenios que no se han renovado y consideramos una práctica prehistórica. También queremos ampliar al máximo las causas para que las empresas se acojan al descuelgue de los convenios.
Y, sobre todo, recuperar la unidad de mercado y que la negociación se aproxime a las necesidades de las empresas. Mire, hoy tenemos más de 8.000 convenios y muchos de ellos no sirven para nada. En España hay que enterrar más de 2.000 convenios.
¿Y en materia de despido? Porque el Gobierno parece que quiere dar marcha atrás en las causas para acogerse a los 20 días.
Nos preocupa mucho la posibilidad de que se endurezca las condiciones para que las empresas puedan acogerse al despido objetivo de 20 días por año y no vamos a aceptar que tengan que demostrar pérdidas anteriores. Además, pensamos que es necesario hablar también de productividad y competitividad.
Cuando habla de productividad, ¿piensa en la propuesta de la canciller Merkel de desvincular los salarios del IPC?
En España nos tenemos que acostumbrar a hablar y a debatir sin complejos sobre conceptos como flexibilidad, productividad, movilidad laboral y otros que han servido para que nuestros socios europeos más sólidos hayan podido afrontar con éxito la salida de la crisis. Porque son cuestiones de sentido común que van más allá de planteamientos ideológicos.
Fíjese que alguien tan poco sospechoso de pertenecer a las organizaciones empresariales como Felipe González dijo en junio pasado ante Rodríguez Zapatero y el grupo parlamentario socialista, y cito textualmente, que "a lo mejor es progresista decirle a la gente que hay que trabajar más y que es más importante vincular el salario a la productividad por hora de trabajo que discutir sobre otras cosas de la reforma del mercado de trabajo".
Por eso, cuando la canciller Merkel plantea vincular los salarios a la productividad y no al IPC, lo que he dicho es que eso en España sería un cambio radical y complejo, pero si otros lo han hecho y les ha ido bien en Europa, no entiendo por qué en España nos tenemos que negar al menos a debatirlo y a negociarlo con los sindicatos.