
Alemania tendrá que acabar pagando. La batalla española necesita algo de "shock and awe". Así titula Eric Chaney, economista jefe de Axa, un artículo en el que insta a los políticos a tomar firmes medidas para solucionar la crisis de deuda. La UE tiene que ir a la guerra para conseguir la paz económica.
Eric Chaney, economista jefe de Axa, apunta hoy en Bloomberg que los problemas de verdad no se refieren tanto a España o a otros países periféricos, si no a la propia supervivencia del euro.
El artículo se titula La batalla española necesita algo de "shock and awe", expresión referida a un tipo de estrategia militar, también denominada de "dominación rápida" como la que quiso utilizar EEUU en Iraq y que busca un ataque muy duro desde el principio, abrumador para el enemigo para desmoralizarle, como el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, los avances de las legiones romanas o la Blitzkrieg, guerra relámpago, alemana.
El economista cree, como muchos otros, que la gran batalla para la supervivencia del euro se va a luchar en suelo español. Asegura además que si la estrategia es adecuada y se resuelven los problemas en España, los mercados dirigirán sus miradas hacia otros problemas, como la inflación. Pero si el nuevo plan es inadecuado, el drama del euro "estará fuera de control y los riesgos financieros serán tan grandes que podrían causar una tormenta perfecta global y sistémica".
Chaney asegura que los mercados ni son pro-euro ni son anti-euro, pero que si ven una inconsistencia, presionaran hasta que se solvente. "En el caso del euro, la inconsistencia viene de su naturaleza (una moneda sin un Estado) y su gobernabilidad, impuesta por un triple negativa autodestructiva: no a la unión fiscal, no a los rescates, no a las sanciones".
España no es insolvente
Después, entra en concreto en los problemas de España. "Los inversores privados van seguir sin comprar bonos españoles hasta que se convenzan de que el euro es sostenible, aunque España es fundamentalmente solvente". ¿La razón? Si se rompiera el euro, la nueva peseta caería y el Gobierno tendría que negociar con los acreedores.
Hasta ahora, según el economista, los rescates sólo han conseguido evitar una catástrofe bancaria en Europa, incluido el Reino Unido, pero han fallado a la hora de asegurar al mercado de que los países serán solventes a largo plazo.
Para él, la manera de acabar con esta crisis es convencer a los inversores de que la moneda única es sostenible, y para ello debe cambiar la manera de gobernar. En este sentido, considera "un hito" la decisión de octubre pasado de crear un mecanismo permanente de crisis que incluyera la posibilidad de un default ordenado de los miembros.
Sin embargo, asegura que los inversores han permanecido escépticos: primero, 2013 queda muy lejos; segundo, el sistema está todavía por definir; tercero, y más importante, los inversores siguen dudando del compromiso político de los miembros más fuertes de la Eurozona, comenzando por Alemania, y lo seguirán haciendo hasta que los eurobonos comiencen a emitirse. El problema de estos bonos es que conducirían a una "unión fiscal invisible", lo que podría provocar un rechazo popular del euro.
Soluciones al problema
Para solucionar este problema, un remedio que propone Chaney sería emitir bonos colateralizados por los impuestos recaudados en cada país, por lo que cada miembro obtendría financiación en función de la cantidad que estuviera dispuesta a aportar como garantía. Sin embargo, reconoce que esta solución es políticamente inaceptable actualmente.
La situación actual es un problema de tiempo. El economista reconoce que los miembros de la Eurozona está moviéndose mucho más rápido de lo esperado, aunque quizá no lo suficiente dadas las necesidades de financiación de España o Italia. Por ello cree que es necesaria una estrategia del estilo shock and awe.
¿Y en qué consistiría? Principalmente en un préstamo combinado de 500.000 millones para España y Portugal que cubriera sus necesidades hasta finales de 2012, lo que daría un tiempo razonable para que se completara la reforma del sistema de gobierno del euro y que al mismo tiempo diera a estos países el dinero necesario para recapitalizar a los bancos que tuvieran dificultades.
Pero esto podría no ser suficiente para convencer a los inversores, a menos que el BCE muestre mano firme y exprese su compromiso de defender el euro "durante la batalla española". "Si el BCE está convencido de que España es solvente, no tendría que estar preocupado por un posible deterioro en su balance causado por los bonos españoles". Es más, según él, los contribuyentes podrían acabar consiguiendo beneficios con su venta dentro de unos años.
El economista concluye que esta estrategia es "racional y factible". "Retrasar las decisiones sólo conduciría a una situación incorregible. Para los políticos europeos, tomar un riesgo calculado para restaurar la estabilidad del euro es una opción mucho más sensata que predicar que nada va a pasar".