
El escaso éxito de la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado a la hora de realizar el amago de contener la crisis económica amenaza con ir a peor: los vaivenes que se están dando con los recortes -ese "ajuste fino"- puede que contribuya a repetir errores del pasado...
El decreto ley del ajuste, promulgado en mayo, impedía nuevos endeudamientos de los ayuntamientos desde el día siguiente de la publicación de la norma en el BOE; poco después, y ante las protestas de unas instituciones que podían tener problemas hasta para pagar sus nóminas por la fuerte caída de la recaudación debida a la crisis y al estallido de la burbuja inmobiliaria, se aplazó la prohibición hasta el uno de enero de 2011.
Ahora, al caer el Gobierno en la cuenta de que el próximo es año electoral, ya se permite más endeudamiento para financiar obras en marcha a aquellos ayuntamientos cuya deuda no alcance el 75% de la recaudación anual, que son la mayoría, aunque quedan fuera muchos de los municipios de más de 100.000 habitantes, Madrid y Valencia por ejemplo -grandes 'feudos' del PP, por otra parte-.
Algo semejante ocurrió en Fomento, Departamento que, tras asumir un gran recorte de más de 5.500 millones de euros en dos años, ha conseguido rebañar 700 millones de euros más para nuevas infraestructuras.
¿Vuelta a empezar?
Es de sabios rectificar pero es de incompetentes vacilar y mucho más si los mercados ya advirtieron, hace unos meses, que estábamos en el filo de la navaja respecto a nuestro recorrido a nivel de endeudamiento y, sobre todo, las posibilidades de devolver el déficit a unos niveles racionales a medio plazo, considerando lo grave de la crisis en nuestro país.
Sin embargo, en un ejemplo de ceguera absoluta y de inconsciencia total, un país bajo la lupa de los mercados por su 'amor' al puro gasto -el problema no es lo que 'damos', sino que lo que 'damos' no lo recuperamos- considera, con Zapatero y Salgado a la cabeza, que es sensato volver a abrir la mano porque ahora existe un "pequeño margen" en el pago de intereses de la deuda.
Las razones del "ajuste duro"
Es decir, que el balón de oxígeno que supuso para la misma el anuncio prácticamente a regañadientes del Ejecutivo de la batería de recortes vamos a utilizarlo de nuevo, para gastar. Muy "fino" el ajuste, efectivamente.
¿Hay que recordarle a Salgado que el principal objetivo del "ajuste duro", que ha mermado el bienestar de sectores humildes de la población, era inspirar confianza a los mercados y convencer a nuestros acreedores de la firme decisión de cumplir nuestros compromisos, que se resumen en el cumplimiento del Pacto de Estabilidad en 2013?
Es decir, con ello, se buscaba rebajar el diferencial de la deuda española y, por lo tanto, minimizar el coste de la crisis a medio y largo plazo.
Ya hubo una velada advertencia de los mercados a Zapatero cuando este verano anunció que levantaría el 'veto' a determinadas obras de Fomento y este nuevo anuncio puede suponer que la -poca- credibilidad otorgada por el mercado al plan de ajuste está a punto de agotarse. Con toda lógica, además: estas idas y venidas han reducido significativamente el impacto psicológico del mismo y contribuirán a mermar la credibilidad de nuestro país.
Parece que a Zapatero y Salgado les cuesta entender que gobernar es, con frecuencia pegarse al terreno y adaptarse a las anfractuosidades de éste, y así tenía que haber sido en el curso de una crisis novedosa y cambiante de la que no había precedentes.
Pero gobernar es también planificar, demostrar capacidad de previsión, acumular certezas y actuar cuando se está seguro. El procedimiento de prueba y error, que al parecer se ha impuesto en el hacer gubernamental, puede ser útil en los laboratorios pero transmite en política una impresión penosa.
Item más: no caben "ajustes finos" de alguien que tan poco delicadamente manejó las arcas hasta llevarnos a que se dispararan todas las alarmas la pasada primavera. Mejor no sofisticar algo que casi ni siquiera hemos sabido hacer bien.