Economía

A Volvo ya no le gustan tanto los piratas y cancela su acuerdo comercial con Odyssey

El fabricante de coches aplaza 'sine die' la entrega del premio por la 'caza del tesoro'. Foto: Archivo
A la estrategia comercial y publicitaria de Odyssey Marine Exploration le ha entrado una vía de agua. La empresa cazatesoros norteamericana sigue en el catalejo de la justicia española y eso no gusta demasiado en el mundo empresarial.

El fabricante de coches Volvo acaba de cancelar sine die el acuerdo que mantenía con Odyssey para desarrollar una búsqueda del tesoro ficticia en aguas del Estrecho para promocionar la tercera entrega de Piratas del Caribe -película de la que ambos son patrocinadores mundiales-.

La razón es obvia: mientras que la Guardia Civil esté en los alrededores de la Roca al acecho de los navíos de Odyssey no habrá juego. O no lo habrá nunca, tal y como están las cosas. De momento, Volvo confía en "llegar a un emocionante y feliz final", deseó Linda Gangeri, responsable de publicidad de la marca en Estados Unidos. Pero todo indica a que el premio previsto se entregará sin esperar a los cazatesoros y sus submarinos.

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Mientras tanto, Odyssey da más de una señal de nerviosismo. Después de mes y medio de silencios y medias verdades sobre el botín de 400 millones de euros que España sospecha que ha salido de un pecio nacional, ahora resulta que no han sido claros en sus explicaciones por un acuerdo empresarial.

Según Greg Stemm, portavoz y fundador de la compañía, "hasta hace poco, no nos estaba permitido por contrato revelar nuestro acuerdo con Volvo, así que sin una explicación real de por qué teníamos nuestro equipo de exploración marítima allí [en Gibraltar] ya se ve lo fácil que ha sido que la imaginación vuele".

Es decir, que Odyssey rondó por aguas españolas en virtud de una promoción publicitaria y no en busca de su tesoro, tal y como piensa el Gobierno español y confirman sistemas de alerta de la Armada y civiles en el Estrecho (que constataron la presencia de los cazatesoros en aguas cercanas a Estepona durante varias noches consecutivas).

Las reglas del juego

¿Y en qué consistía el simulacro de Odyssey y Volvo? Bajo el nombre genérico de Hunt (búsqueda o cacería), la compañía fabricante de vehículos inició un juego en Internet el 5 de mayo por el que los internautas tenían que seguir unas pistas hasta encontrar el tesoro.

Después de múltiples fases y unas semifinales por países, el 10 de junio acabó el plazo y el premio lo ganó una joven rusa. ¿El premio? Un coche -un Volvo, lógicamente- y 50.000 dólares. La gracia del concurso -además del premio, claro- radicaba en que se haría un rescate submarino del botín. Y ahí es donde entraba Odyssey y su gran tecnología subacuática.

Y con esto es con lo que ahora pretenden los americanos que nos creamos que la presencia de dos embarcaciones de la empresa en aguas del Estrecho se debía a un juego que había que mantener en secreto por encima incluso de la Guardia Civil.

Algunas incongruencias

Sobre todo, porque no casa demasiado bien la pretendida confidencialidad a la que alude Odyssey con el hecho de que el concurso comenzara el 5 de mayo, dos semanas antes de que se anunciara el hallazgo. Por lo que no se reventaba ningún secreto el 5 de junio, que fue cuando una juez decidió mandar a la Benemérita contra los cazatesoros.

Es más, Volvo ya realizó una primera edición de Hunt, que se celebró el año pasado y que incluía la búsqueda ficticia del tesoro al final del juego -aunque en aquella ocasión el cofre estaba en tierra firme-.

En fin, que todo esto suena a una nueva excusa de Stemm y los suyos, que ven cómo el negocio que se generó en torno al hallazgo de un tesoro no deja de enredarse. Por un lado, la acción ya no sube tanto: acaba de perder los seis euros, cuando en mayo superó los ocho y durante toda la polémica ha resistido.

Precisamente, y para dar sensación de seguridad, el mismo día que reconocía el fin momentáneo de su relación con Volvo colgaba en su página web otra nota en la que alardea de que la acción ha entrado en tres prestigiosos índices de Russell. ¿Una casualidad? Cualquier pirata de los de verdad contestaría que las casualidades no existen.

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