Economía

La voz de Alan Greenspan 'aún es influyente'

Alan Greenspan cumplió ayer 81 años. Foto: Bloomberg
Su voz suena ya cansada. Y es normal, porque ayer cumplió 81 años. Sin embargo, sus palabras aún tienen la potencia suficiente como para alterar el pulso de los mercados mundiales.

Lo demostró la semana pasada, cuando advirtió sobre la posibilidad -que no probabilidad, como matizó después- de que la economía estadounidense entre en recesión a finales de este año. Días después precisó que hay un 33 por ciento de opciones de que eso ocurra. Otros ya lo dijeron antes, y no pasó nada. Pero Alan Greenspan no es uno más. Él es Alan Greenspan, y eso lo tienen muy presente los parqués, de ahí que su mensaje sí fuera tenido muy en cuenta por los inversores, que tomaron su discurso como un argumento para dar rienda suelta a las ventas.

Su influencia en los mercados

Al margen de otras consideraciones, este episodio ha demostrado que pocas voces pueden rivalizar con la suya a la hora de influir sobre los mercados. Poco importa que esté retirado desde el 1 de febrero de 2006, fecha en la que dejó la presidencia de la Reserva Federal (Fed) tras casi dos décadas en el cargo. Durante todo ese tiempo se forjó una autoridad tan alta que hoy, desde su posición como conferenciante de prestigio, todavía es capaz de provocar más de un susto.

Greenspan es así. Capaz de lo mejor, como cuando aportó la confianza necesaria a Wall Street para atajar el crash de octubre de 1987, y de lo peor, aún es recordado el terremoto que provocó en el mercado de bonos a comienzos de 1994 cuando subió los tipos de interés por sorpresa. Nunca deja indiferente. Sin ninguna duda, se trata de un personaje en toda regla. Más allá incluso de que haya sido el banquero central más famoso de la historia -para algunos también el mejor-, su vida está repleta de curiosidades. Nacido en Nueva York, se crió en Manhattan en el hogar de sus abuelos maternos después de que su padre, Herbert Greenspan, y su madre, Rose Goldsmith, se separaran cuando él tenía tres años.

La vida de un genio

El joven Greenspan se volcó en dos aficiones: el béisbol y, por supuesto, la música. Ambicionó dedicarse a alguna de ambas disciplinas -sobre todo a la segunda- de forma profesional. Pero su tenaz empeño no iba acompañado de un talento similar. Consciente de esta realidad, dirigió sus pasos hacia la economía, un campo donde sí ha cosechado todos los honores.

Junto a sus características gafas que le dan un aspecto tan similar al de Woody Allen, Greenspan se ha caracterizado siempre por su enrevesado y críptico lenguaje. La semana pasada el matiz radicó en discernir entre posible y probable, pero durante dos decenios obligó a los mercados y los economistas de todo el mundo a aprender a leer entre líneas y tener un diccionario a mano para tratar de adivinar lo que quería decir. O tal vez, lo que no quería decir. Y es que con Greenspan nunca se sabe.

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