Los analistas de Wall Street ven que la Fed está atrapada en un dilema bastante tradicional: la economía se desacelera y la inflación aumenta
¿Hay que favorecer el crecimiento y descuidar la inflación o luchar contra la inflación y arriesgarse a una recesión? En el primer caso, la Fed se niega a aumentar los tipos; en el segundo, sigue apretando las tuercas. El arbitraje siempre es delicado porque la inflación suele reducirse 6 meses o más después de los primeros signos de moderación de la actividad. Esta inercia de los precios coloca a la Fed en una situación siempre difícil en el final de un ciclo económico. ¿Qué habría hecho Alan Greenspan en esta situación?
La historia nos enseña que Greenspan se enfrentó tres veces con una situación semejante cuando era presidente de la Fed: en 1989-90, en 1994-95 y en 1999-2000. En los tres casos, dejó de subir los tipos antes de que la inflación alcanzara su máximo. Y en dos ocasiones, la decisión llegó demasiado tarde para evitar la recesión. Sin embargo, en 1994-95, Greenspan logró controlar el aterrizaje de la economía.
Estados Unidos está confrontado a un fin de ciclo comparable y éste es un punto crucial en las preocupaciones del mercado: la inflación no está estabilizada cuando están apareciendo los primeros signos de desaceleración. Si Ben Bernanke se amolda a la experiencia de su antecesor, optará por no subir los tipos si dispone de datos económicos más creíbles, algo que el mercado cuestiona con brutalidad desde una semana.