
Algo ha cambiado en la 'gran fábrica' china. Al tiempo que Pekín domina con puño de acero en el suministro mundial de coches eléctricos, la tradicional hegemonía de China en la industria mundial de la confección se está desmoronando. El sector textil del gigante asiático se está empezando a deshilachar, debilitado por el aumento de los costes, las restricciones regulatorias y una especialización poco rentable. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su política comercial agresiva podrían acelerar la diversificación de las cadenas de suministro. En este escenario, son varios los países que están llamados a desempeñar un papel creciente en la producción mundial de ropa.
Aunque China sigue siendo el principal exportador mundial de ropa, su dominio se está erosionando. Su cuota de las exportaciones mundiales ha caído del 54% en 2010 al 41% en 2023, según datos recogidos por la firma de gestión del riesgo de crédito comercial Coface. Este descenso se explica por un modelo económico centrado en la subcontratación para marcas occidentales.
Lo cierto es que este tipo de actividades manufactureras están mal remuneradas en la cadena de valor. Así, a pesar de su peso significativo en términos de número de empresas (19% del total mundial), los actores chinos solo generaron el 10% de los beneficios del sector entre 2020 y 2024, señalan los analistas de Coface en un informe al que ha tenido acceso elEconomista.es.
Esta pérdida de competitividad se ve acentuada por el continuo aumento de los salarios (+6 % anual de media desde 2010). En 2000, un empleado estadounidense ganaba 18 veces más que un trabajador chino, frente a solo 4,6 veces más en 2023.
A esto se suman las nuevas restricciones normativas, en particular las medioambientales, que aumentan los costes de producción. Todos estos son indicios de que el modelo chino está perdiendo fuelle en un contexto de mayor competencia mundial.

El regreso de Trump podría acelerar la diversificación de las cadenas de suministro textil fuera de China. Coface ha desarrollado un índice de atractivo de los países basado en la disponibilidad de mano de obra barata, la existencia de una industria textil consolidada y la facilidad para hacer negocios.
En un escenario inicial en el que todos los socios comerciales de EEUU están sujetos a aranceles aduaneros uniformes del 10%, excepto China, que se ve más penalizada, los países mejor posicionados para captar cuota de mercado son Bangladesh, Camboya, Pakistán y Vietnam.
India, que ocupa el sexto lugar, también podría beneficiarse del desarrollo de su vasto mercado interno. Por último, la deslocalización tras la pandemia podría beneficiar a países como Albania y Georgia en Europa, y a El Salvador para el mercado estadounidense.
En un segundo escenario, la Administración estadounidense introduce aranceles aduaneros diferenciados, en línea con las medidas recíprocas anunciadas en abril y posteriormente suspendidas. En esta situación, el índice de Coface sugiere que los aranceles aduaneros no serían suficientes para eliminar la ventaja competitiva de Bangladesh.
A pesar de su elevado tipo (del 37% actualmente, pero podría elevarse próximamente), el impacto sigue siendo limitado gracias a su escasa dependencia del mercado estadounidense y a sus fuertes vínculos con la Unión Europea. Por el contrario, países como Vietnam, Lesoto y Jordania perderían más competitividad.
Los países europeos, en cambio, se beneficiarían de una ventaja relativa, con aranceles más bajos y una menor exposición a EEUU, a menos que se produzca un aumento repentino al 50%, como amenazó Trump a finales de mayo.