
La ofensiva arancelaria emprendida por el presidente estadounidense, Donald Trump, prosigue. El republicano ha ampliado el alcance de los aranceles del 50% que aplica a las importaciones de acero y aluminio. Ahora, se extenderá también a las importaciones al mercado estadounidense de aerogeneradores, grúas móviles, electrodomésticos, excavadoras, vagones ferroviarios, motocicletas, motores marinos o muebles.
En total, el departamento de Comercio estadounidense ha extendido estos gravámenes a un total de 407 categorías de productos que complementará la lista de lo que Estados Unidos considera "derivados" del acero y el aluminio. Se trata de una modificación que se aplica de manera generalizada a todos los países, es decir, no afecta únicamente a las importaciones europeas.
La nueva modificación arancelaria tendrá, sin duda, un impacto en la recaudación de tasas aduaneras de la administración estadounidense. La firma de banca de inversión Evercore ISI apuntó que la medida afecta a más de 400 códigos de productos que representaron más de 200.000 millones de dólares en importaciones en 2024. Estima, además, que aumentará el tipo arancelario efectivo global en alrededor de un punto porcentual, según informó Reuters.
El objetivo, según explicaba el departamento de Comercio norteamericano, era fortalecer la industria estadounidense y evitar que los exportadores esquiven los gravámenes. Washington ha manifestado en numerosas ocasiones su preocupación por la sobreproducción china en el segmento de acero y aluminio, que inunda los mercados y empuja los precios a la baja. Por tanto, esta barrera comercial se articula como una fórmula para frenar los efectos de una política que Pekín no ha revertido.
En la lista se incluyen productos sensibles para la UE, como componentes del sector de la automoción. Afectaría a piezas importadas para tubos de escape de automóviles y acero necesario para vehículos eléctricos. Hay también componentes para autobuses, aires acondicionados y electrodomésticos, incluidos frigoríficos, congeladores y secadoras.
Lo cierto es que Bruselas y Washington todavía continúan perfilando las negociaciones del acuerdo alcanzado entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado julio. Además de ese arancel máximo del 15%, se acordaba una tasa del 50% para las importaciones de acero y aluminio. Sin embargo, ambas partes negocian todavía un volumen máximo de importación que se vería exento de aplicación de un gravamen tal elevado.
Se trata de un síntoma de entendimiento entre las potencias a ambos lados del Atlántico, preocupados por las repercusiones de la sobreproducción china al comercio mundial. Las negociaciones continúan también para fijar, precisamente, un arancel a las importaciones de vehículos y componentes de vehículos. Desde Bruselas defienden que esa tasa no podría superar el 15% máximo acordado entre los dos líderes, pero no está claro que Washington tenga la misma idea en mente.
No hay mucho margen de reacción. La extensión del arancel entrará en vigor de forma inmediata. Afectará también a compresores y bombas, así como el metal presente en cosméticos importados y envases para el cuidado personal, como latas de aerosol.
No está exenta de polémica la medida, ya que una de las mayores dificultades para aplicar estos aranceles radica en determinar qué porcentaje de un producto contiene acero o aluminio. Los cuchillos para mantequilla, los cochecitos para bebés, los desodorantes en aerosol y los extintores, considerados productos derivados del acero y el aluminio, estaban anteriormente excluidos del arancel del 50 %.
Mientras la Bruselas y Washington no zanjan los últimos flecos del acuerdo, la industria española sufrirá las consecuencias de la escalada arancelaria. España es el décimo país que más acero exporta al mercado estadounidense y la industria nacional se arriesgaba a perder más del 10% de su facturación tan solo con los gravámenes del 50% al acero y el aluminio. Un coste que, además, podría reducir los márgenes de las empresas exportadoras.
La Asociación Europea del Acero (Eurofer) también advertía de que los gravámenes de la Casa Blanca suponen una amenaza para el sector. Tanto es así que lo comparaban con el "último clave en el ataúd de la industria siderúrgica europea". Avisaban que si el acero europeo, en un mercado "ya de por sí precario", desaparece también lo harán todas las industrias vinculadas al sector, como la automoción, la seguridad y defensa o las infraestructuras. Lo que, a fin de cuentas, comprometería la soberanía industrial europea.
Los aranceles al acero y aluminio fue la primera medida arancelaria anunciada por Trump a la UE. Primero, con una tasa del 25%, luego del 50%. Le siguieron los automóviles con un arancel del 25% al que se sumaría una tasa del 2,5% y después el arancel universal del 20% a todas las importaciones comunitarias.