Economía

La industria pierde el 25% de su empleo en España desde el año 2000

Línea robotizada de una factoría valenciana.
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La economía española no ha dejado de perder músculo industrial durante el primer cuarto de este siglo. La tendencia a la deslocalización y la desindustrialización en las últimas décadas ha tenido un impacto notable en la caída de lo que aporta la industria a la renta española, que ha pasado de generar el 17,9% en el año 2000 al 11,8%, seis puntos menos, según los últimos datos de 2024.

El golpe ha sido incluso más traumático en el mercado laboral. Actualmente la industria manufacturera no llega a suponer uno de cada 10 empleos en España, cuando hace 25 años representaba 17,3%.

La caída del peso de la actividad industrial dentro de la economía española es una tendencia que queda claramente reflejada en la última monografía elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Según los datos que recoge, en la industria manufacturera española trabajan actualmente 2.170.000 personas, alrededor del 9,9% del empleo total del país. Esto significa que desde 2000 a 2024 el tejido industrial ha perdido 723.500 trabajadores, "lo que supone una reducción del 25%".

Una evolución que contrasta con el acento que desde hace años se pone tanto desde Europa como desde el propio Gobierno español por impulsar la reindustrialización como fórmula para garantizar la economía nacional y el Estado de Bienestar.

El análisis, que abarca desde principios de este siglo, advierte además que en este periodo se ha ampliado la brecha con el resto de Europa. Así, el valor añadido bruto de la industria manufacturera española se sitúa 3,9 puntos por debajo de la media europea, a casi la mitad del objetivo europeo de que la industria represente el 20% de las economías de los estados miembros.

"La realidad muestra un proceso de desindustrialización durante las últimas décadas por la creciente globalización y deslocalización de parte de la producción en terceros países", resume el informe La adaptación de la industria manufacturera española al escenario energético y la transición digital.

Cuatro grandes motores

En el caso español, el documento recoge que la industria manufacturera (que incluye todas las industrias salvo la energética) incluye algo más de 150.000 empresas que representan el 4,8% del tejido productivo. En la práctica, el 60% de su producción industrial se concentra en cuatro grandes sectores, los auténticos motores de este sector económico.

De ellos, la industria agroalimentaria se erige en el hecho diferencial español frente al resto de países europeos. Por si sola representa el 19,4% del total nacional y se sitúa muy por encima del listón europeo, en concreto 8,4 puntos más que la media que registran los 27 países de la UE.

Los otros tres grandes referentes industriales son los sectores del metal, con el 12,7%; química y farmacia con otro 12,1% y la fabricación de material de transporte, con el 11,8%. Por encima de la media de nuestros vecinos comunitarios también se sitúan el textil y el plástico.

En el lado contrario, frente a la Unión Europea la industria española es más débil en fabricación de maquinaria y bienes de equipo –con la mitad–, mientras que en industria electrónica, óptica e informática su peso en España es casi seis veces menor que en el conjunto.

Menos productiva

Uno de los motivos por el que los expertos inciden en que una industria fuerte es una de las bases de las economías más potentes es en su mayor productividad laboral frente al sector servicios. En el caso español, la brecha es aún más amplia si se analiza desde este parámetro, un 5,4% por debajo de la media de los 27 y con una distancia que se dispara hasta el 16% con Francia y el 29% con Alemania.

En el caso español se da incluso la circunstancia que si se analiza la productividad total de los factores, que incluye la eficiencia tanto de capital como de trabajo, la industria manufacturera es un 6% menos productiva que los servicios, aunque el estudio también advierte de fuertes oscilaciones entre sectores.

Precisamente además de la evolución de la evolución en este cuarto de siglo, el trabajo, dirigido por los profesores Joaquín Maudos, Juan Fernández de Guevara y María Dolores Furió, analiza los efectos de la digitalización y la energía como elementos fundamentales para la competitividad de este tejido. "La eficiencia productiva de los sectores de alta intensidad tecnológica más que dobla la de los sectores menos intensivos", señala el documento, que refleja que el sector TIC aumentó este parámetro un 40% entre 2000 y 2021, mientras que en las manufacturas menos digitales apenas varió.

Entre los segmentos españoles que menciona más alejados de los objetivos europeos de digitalización, la monografía cita a actividades tradicionales, como alimentación, textil y calzado, madera y artes gráficas.

La paradoja energética de la industria

La cuestión energética es una de las asignaturas pendientes recurrentes cuando se habla de competitividad de la empresa española y un tema aún más polémico tras el apagón que dejó al descubierto las debilidades del sistema. De la comparación con la UE, la monografía saca una conclusión clara: "somos más eficientes energéticamente, aunque a nuestra industria le cuesta más cara la energía necesaria para generar el valor añadido".

Para ello se basa en dos elementos. Uno es el gasto medio de la industria española por cada euro generado de valor añadido. Ese indicador fue de 8 céntimos en España, frente a los 6 céntimos de la vecina Francia, 5 céntimos de Alemania y apenas 3 céntimos de Italia en 2020.

El otro es la intensidad energética, un ratio que se sitúa en 97,3 en España frente a la media europea de 99,9 en al año 2021, lo que supone que "requiere menor cantidad de energía para atender sus necesidades de demanda" según el informe.

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