
Doctor en química, magnate inmobiliario, tahúr profesional de póker, productor de cine… Bastantes títulos portó Jeff Buss a lo largo de su carrera, pero el galardón por el que es recordado fue su visión empresarial para transformar un equipo corriente de baloncesto en el mayor imperio deportivo-mediático de Estados Unidos. Bajo su mando, Los Angeles Lakers se convirtieron en una potencia empresarial que llevó a redefinir las reglas de la NBA para siempre.
Casi medio siglo después de que comenzara la edad dorada de los Lakers, el denominado showtime, el equipo ha sido comprado por 10.000 millones de dólares en la operación más grande de la historia del deporte estadounidense. Cuando Buss adquirió los Lakers en 1979 junto a los Kings de la NHL y el estadio Forum Inglewood, el Doctor se gastó menos de 70 millones de dólares (unos 300 millones en la actualidad). A partir de ese momento, revolucionó el equipo y el baloncesto con una hábil estrategia tanto deportiva como empresarial.
Baloncesto de Hollywood
Los Angeles Lakers no atravesaban su mejor momento a finales de los 70. Contaban con uno de los mejores jugadores de la NBA en ese momento, Kareem Abdul-Jabbar; pero el equipo apenas había conseguido seis anillos en toda su historia desde que se fundara el club en Minneapolis hacía veinte años atrás y luego se mudara a California. Era una firma deportiva con potencial y Buss lo sabía. El mismo año que compró el equipo un acontecimiento mágico ocurrió en el draft: entró en escena Earvin Johnson.
En el plano deportivo, el dúo conformado por Abdul-Jabbar y Magic Johnson lideró un estilo ofensivo basado en el contraataque rápido y partidos de alto voltaje. Este periodo, que por su espectacularidad se denominó 'showtime', le granjeó a los Lakers cinco campeonatos, dos de ellas consecutivos. El showtime revolucionó la NBA hacia un estilo directo y espectacular mientras el equipo angelino aumentaba una rivalidad legendaria contra el mejor club de la Costa Este: los Boston Celtics.
La pugna entre ambos equipos, junto a la rivalidad de jugadores situados a ambos extremos de Norteamérica, enardeció a las masas, que seguían un deporte en ebullición. La NBA traspasaba fronteras y los Lakers se convirtieron en su primer embajador, con jugadas imposibles y un amor por el espectáculo tan característico de la cultura estadounidense.
Buss comenzó a implementar mejoras para reforzar todavía más el lado empresarial de este fenómeno en ascenso a base de un endeudamiento colosal. Reformó el concepto de las animadoras (cheerleaders) creando las Lakers Girls, introdujo grupos de música en los descansos y estableció el Forum Club, donde se codeó con la crême de la crême de Hollywood. El propio Buss, que años atrás produjo una cinta noir de poca monta, dijo que ese estilo peliculero y glamuroso de las colinas angelinas eran el sello de los Lakers.
Cambio de milenio y de dueño
Con el final del siglo XX, los Lakers se mudaron a su actual estadio y ampliaron todavía más la proyección del equipo. La llegada de estrellas como Kobe Bryant, Shaquille O'Neal, Pau Gasol o LeBron James solo incrementaron la fama del equipo. A finales de 2024, Forbes estimaba que el club valía más de 7.000 millones de dólares.
En 2013, Jeff Buss falleció y el legado deportivo pasó a su hija, Jeanie Buss. En 2021, se incorporó Mark Walter comprando la quinta parte del equipo. Walter conocía el negocio del baloncesto tras la adquisición de Los Angeles Sparks en 2014. A lo largo de la década pasada ha ido extendiendo negocios en el deporte gracias a su fondo, Guggenheim Partners. Ahora ha comprado al legendario equipo de Buss por 10.000 millones de dólares. ¿Podrá la visión de Walter superar el olfato empresarial de Buss?