
España ha avanzado una posición en la última clasificación internacional sobre competitividad económica, situándose en el puesto 39 entre 69 países. La mejora se debe principalmente a progresos moderados en digitalización empresarial y educación, aunque sigue sufriendo debilidades estructurales en productividad, regulación y eficiencia del mercado laboral.
El avance figura en la edición 2025 del Ranking Mundial de Competitividad, elaborado por el International Institute for Management Development (IMD), que desde hace 37 años analiza los factores que determinan la capacidad de los países para generar prosperidad. El informe destaca que las economías más competitivas no son necesariamente las de mayor tamaño o recursos, sino aquellas que cuentan con instituciones sólidas, estabilidad política y capacidad de adaptación ante un entorno global más fragmentado.
En el caso de España, el informe reconoce la evolución positiva en algunos indicadores, pero advierte que los desafíos estructurales siguen limitando el potencial del país. La falta de avances significativos en eficiencia del sector público, cohesión institucional y entorno regulatorio impide una mejora más ambiciosa en el medio plazo.
Los autores del informe advierten que solo una agenda de reformas capaz de reforzar la eficiencia del gobierno, mejorar el entorno normativo y aumentar la cohesión institucional permitirá avances duraderos en competitividad.
La estabilidad institucional como ventaja
Suiza lidera el ranking de 2025, seguida de Singapur y Hong Kong. Todas ellas destacan por su fortaleza institucional, la calidad de sus infraestructuras y modelos de gobernanza capaces de generar consenso político y previsibilidad normativa. El informe subraya que la eficiencia gubernamental es hoy un factor decisivo para mantener la competitividad en un contexto internacional marcado por la polarización política y la atención a prioridades nacionales.
«La eficiencia gubernamental y la fragmentación están estrechamente relacionadas», afirma Arturo Bris, director del Centro de Competitividad Mundial del IMD. «El consenso político y económico genera estabilidad, y viceversa».
El ranking también destaca el desempeño de economías pequeñas pero ágiles. Catar entra por primera vez en el top 10, impulsada por inversiones estratégicas en el mercado laboral e infraestructura financiera. Emiratos Árabes Unidos y Taiwán también mejoran su posición gracias a la innovación, el dinamismo empresarial y los flujos de inversión.
Canadá, Alemania y Luxemburgo registran avances notables entre los 20 primeros puestos, mientras que Australia e Irlanda descienden por factores como la volatilidad del capital o tensiones en productividad. Dinamarca y Suecia siguen bien posicionadas por la cohesión social y la calidad institucional, pero empiezan a enfrentar retos derivados de elevados costes operativos y limitaciones laborales.
Monedas fuertes, no devaluaciones
El informe del IMD insiste en que las economías más competitivas no dependen de divisas débiles para ganar cuota exportadora. Por el contrario, sostener una moneda fuerte es reflejo de fundamentos sólidos: instituciones estables, confianza de los inversores y empresas exportadoras con capacidad de resistir presiones de precios.
La edición 2025 incorpora seis indicadores nuevos que reflejan con mayor precisión los desafíos actuales. Se incluyen la calidad del sistema democrático (Freedom House), el sesgo informativo (Instituto V-Dem), las publicaciones de patentes en inteligencia artificial (OMPI), el desperdicio de alimentos (PNUMA), la libertad de pasaporte y el desempeño ambiental (Yale).
Estos factores complementan los 262 criterios totales utilizados, basados en datos estadísticos y en una encuesta a más de 6.000 directivos. Además, el ranking amplía su cobertura con la entrada de Namibia, Kenia y Omán, reflejo de la creciente relevancia económica de África y Oriente Medio y de su potencial de mejora competitiva.