
No resulta sencillo saber qué está sucediendo realmente en Cuba a través de los indicadores económicos habituales. Datos como el PIB o la inflación no terminan de ser fiables y, a veces, ni públicos. Además, estos datos suelen estar rodeados de secretismo y envueltos en argumentos para intentar justificar las caídas. Se cree que el PIB acumula dos años de retrocesos (2023 y 2024), lo que evidencia que la crisis económica de la isla es intensa. No obstante, hay otros datos y formas que revelan la crudeza de la situación de Cuba de una forma más evidente. La marcha o el éxodo cubano a EEUU era un movimiento normal y natural, puesto que EEUU es la mayor economía del mundo, un país que ofrece oportunidades y que atrae a personas de todo el mundo. Sin embargo, hay una nueva tendencia entre los cubanos que evidencia que la situación podría ser peor de lo que parece: miles de cubanos están marchándose a Brasil.
"Cada día llega más gente", asegura Santiago de Posada, de 53 años, propietario de una pizzería de estilo cubano en el centro de Curitiba, que llegó a Brasil en 2022 desde Camagüey, la tercera ciudad más grande de la isla. "Se ha multiplicado unas cuantas veces el tamaño de la comunidad a estas alturas". La situación en Cuba es crítica y poco a poco los políticos de la isla empiezan a admitirlo.
"El desarrollo económico de un país depende en gran medida de la energía y nosotros hemos tenido afectaciones eléctricas durante todo el año, no solamente este mes. Por otro lado, no hemos contado este año tampoco con un suministro estable de combustible. Hay déficit de gasolina, de diésel, etcétera... y la economía para dinamizarse necesita de energía", lamentaba el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, en una rueda de prensa este año.
Actualmente, el PIB de Cuba se encuentra aún por debajo de los niveles de 2019 por la confluencia de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses durante la primera Administración de Donald Trump (2017-2021) y los errores en política económica y monetaria a nivel nacional. Con todo lo anterior, no parece tan extraño que los cubanos hayan empezado a marcharse a Brasil, un país en mejor situación Cuba, pero que no deja de ser una economía en desarrollo. También es importante destacar que este movimiento se produce en gran parte por la antipatía que genera Donal Trump y sus políticas migratorias.
En 2024, más de 22.000 cubanos solicitaron asilo en Brasil, casi el doble que el año anterior. Y desde principios de 2025, los cubanos han superado a los migrantes de Venezuela en el número de solicitudes, a pesar del agravamiento de la crisis en la vecina nación tras las elecciones que muchos consideran amañadas por los socialistas en el poder.
El camino hacia Brasil fue allanado en gran medida por miles de médicos cubanos que llegaron durante la última década para trabajar en un programa de salud pública, Mais Médicos, durante la presidencia de la izquierdista Dilma Rousseff. A partir de su experiencia, muchos como Roberto Carlos Escriba (trabaja con máquinas pesadas), quien emigró a Curitiba en 2023 desde Las Tunas, una pequeña ciudad del este de Cuba, comenzaron a ver Brasil como un lugar que ofrecía más posibilidades de ganarse la vida a medida que empeoraban las condiciones en la isla, según explican desde la agencia Bloomberg.
Suficiente para vivir
"No es mucho, pero es suficiente para vivir como una persona", asegura el operador de maquinaria de 27 años mientras cenaba con su esposa y su hijo en el restaurante de De Posada, Pizzaria Elpis, lleno de compatriotas cubanos y con música reggaetón de fondo. Cansada de los incesantes apagones, que asustaban a su hijo con necesidades especiales al punto de provocarle ataques de gritos, Lisbet Despaigne, de 35 años, decidió dejar su casa en las afueras de La Habana y migrar al norte. Pero al enterarse de que un ser querido había sido retenido en México tras el endurecimiento de las restricciones fronterizas de EEUU optó en el último momento trasladar a su familia a Brasil en abril para evitar un destino similar. "Mis hijos no iban a pasar por eso", asegura frente a su apartamento en Curitiba. No se recuerda una situación económica tan compleja en Cuba.
Desde la Universidad de Navarra explicaban en un análisis publicado este año que "desde el nivel de una economía ya muy deteriorada, todo nuevo empeoramiento no hace más que agravar la espiral descendente y acentuar el colapso. En el anterior 'periodo especial' sufrido por la isla, con el fin de la URSS y el cese de todas las ayudas que recibía de Moscú, el PIB de Cuba cayó más de un tercio en cuatro años. Ahora la caída del PIB no es tan pronunciada, pero solo porque se parte de una situación comparativamente peor que la de entonces", señalan desde esta universidad en un análisis sobre la economía de Cuba.
Si hasta ahora se venía comparando la presente crisis con aquel momento de gran penuria de comienzos de la década de 1990, la realidad ya la ha sobrepasado, y los expertos hablan de la peor crisis en la historia de Cuba independiente. Así, Javier Corrales, profesor de Ciencia Política, advierte que Cuba está en su peor crisis desde que se independizó de España a raíz de la guerra de 1898. "La economía de Cuba está en medio de su mayor colapso, quizá desde su independencia en 1902", afirma. No es solo el PIB: en los últimos diez años la isla ha sufrido escasez de productos de consumo básico, alta inflación, descenso de las inversiones, empeoramiento de las cosechas, repetición de apagones eléctricos (la capacidad de generación eléctrica cayó un 25% entre 2018 y 2022), mientras que "la pobreza y la desigualdad están más altas que nunca", enumera Corrales.
Por ello, Curitiba, capital de Paraná, un estado con una agroindustria en auge, es ahora el hogar de una floreciente comunidad cubana que no para de crecer. Aunque muchos de los recién llegados trabajan en el sector servicios, han surgido negocios de propiedad cubana, como restaurantes, salones de tatuajes y peluquerías. Cientos de niños cubanos se han matriculado en las escuelas de la ciudad. Y el característico sonido del español caribeño se escucha en todas partes, desde los supermercados hasta las obras.
La ciudad, conocida por su sistema de autobuses rápidos y sus arbolados parques, ha visto llegar oleadas de extranjeros durante la última década y media. Miles de haitianos acudieron en masa a Curitiba tras el terremoto de 2010. Y los años de calamidad económica han hecho que los venezolanos lleguen en masa, en parte gracias a un programa de reasentamiento del gobierno.
Pero la repentina afluencia de cubanos ha llamado la atención de los funcionarios locales y los trabajadores sociales, ya preocupados por la escasez de recursos. El alcalde de Curitiba, Eduardo Pimentel, afirma que los recién llegados son bienvenidos en su ciudad, pero le preocupa la creciente presión sobre Brasil a medida que se cierran las puertas en otros países.
"Me preocupa que recibamos un gran número de inmigrantes que podrían perjudicar al país", afirma. La ola antimigratoria que se extendió por EEUU antes de las elecciones de 2024 se esparce ahora por gran parte de Sudamérica. Argentina ha endurecido recientemente sus normas de entrada y los principales candidatos a las próximas elecciones presidenciales de Chile prometen tomar medidas drásticas en las fronteras.
Pero las historias sobre las oportunidades en Brasil, así como los consejos para emigrar allí, están llegando a Cuba a través de decenas de influencers expatriados, podcasters y youtubers que inundan internet con relatos sobre sus nuevas vidas. Óscar Vázquez, de 22 años, un chef de La Habana que tiene una cuenta de TikTok con más de 12.000 seguidores, dice que parte de su deseo de crear contenido proviene de la novedad de vivir en un país donde las estanterías están repletas. "Los cubanos llegan aquí y entran en un supermercado lleno de carne y les dan ganas de llorar", asegura desde su casa de Curitiba. "Cuando me fui de Cuba, nunca imaginé restaurantes como estos, y eso que soy cocinero".
Pero el revuelo en internet está teniendo efectos en el mundo real. Un grupo de Facebook llamado 'Cubanos en Curitiba', que ha crecido hasta superar los 45.000 miembros, recibe a diario publicaciones de usuarios que preguntan por oportunidades de trabajo, alquiler de apartamentos y cómo enviar dinero a su país. Y ahora hay comunidades de cubanos en otras partes remotas de Brasil.
Noslen Castro, de 35 años, se mudó el año pasado a Venancio Aires, una ciudad de 70.000 habitantes en el extremo sur del país, después de luchar por obtener documentación y sufrir de privaciones en Ecuador y Colombia. "Una persona que emigra sin papeles no es nadie", afirma. Este nativo de Manzanillo, una ciudad portuaria del sureste de Cuba, cerca de donde Fidel Castro (sin parentesco alguno) desembarcó con un pequeño grupo de guerrilleros en 1956, ahora tiene un canal de YouTube sobre la vida en Brasil. El que fuera actor afirma haber ayudado a 45 compatriotas a emigrar a su país de adopción. "Aquí la gente me llama el alcalde", dice entre risas.?
El principio de un camino más largo
Muchos cubanos que han analizado con Bloomberg esta situación dicen que esperan poder viajar al norte cuando se suavicen las restricciones. Aunque todos coincidieron en que las condiciones en Brasil eran mucho mejores que las de su país, algunos expresaron su frustración por los obstáculos burocráticos para solicitar el estado de refugiado.
Y luego están las dificultades que conlleva empezar de nuevo. Los migrantes cubanos dicen que extrañan a sus familias y el calor del Caribe, y que no es fácil adaptarse a la vida en una de las zonas más conservadoras de Brasil.
?Liset Larrondo Salas, de 37 años, emigró de Santiago hace cuatro meses y al principio trabajó en un salón de belleza en Curitiba. Allí, dice que fue víctima de racismo y que los clientes se negaban a dejarla lavarles el pelo por el color de su piel. Pero cuando se le pregunta si le molestó la experiencia, se encoge de hombros. "Es su problema. Yo no voy a dejar de ser negra".
Independientemente de sus frustraciones, muchos recién llegados dicen que esperan que otros sigan pronto sus pasos. Gerardo Gonzales, de 43 años, se mudó a Curitiba en 2023 después de que los frecuentes cortes de electricidad hicieran inviable su negocio de tatuajes en La Habana. Desde entonces, ha traído a su esposa, su hijo y su chihuahua. Y con la llegada de más y más venezolanos y cubanos, dice que la afluencia dejará un efecto duradero en la ciudad brasileña. "Al final, aquí se hablará español", afirma.