Economía

Tesla perderá 41.000 millones por el recorte de subsidios al coche eléctrico

  • También está en riesgo el proyecto que tenía con el Gobierno de taxis autónomos
Elon Musk junto a Donald Trump
Madrid icon-related

Tanto Tesla como su socio de baterías Panasonic se han beneficiado de más de 41.000 millones de dólares en subsidios y créditos fiscales gracias a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) impulsada por el expresidente Joe Biden. Con la llegada Donald Trump a la Casa Blanca y su nueva ley fiscal conocida como One Big Beautiful Bill (Una grande y hermosa cuenta), estas ayudas podrían acabarse para el gigante de los coches eléctricos.

La norma tiene como plazo el 4 de julio para entrar en vigor, así lo ha estipulado el magnate, pero de momento fue aprobada solo por la Cámara el 22 de mayo y está en revisión en el Senado.

Desde un principio, Donald Trump prometió que suprimiría los subsidios y los créditos fiscales para la compra de vehículos eléctricos y así lo estipula en la reforma fiscal que está llevando a cabo.

Según el IRA, se le otorgarían a los compradores de un vehículo eléctrico hasta 7.500 dólares de crédito fiscal por cada vehículo eléctrico que pase el corte estipulado en el documento entre 2023 y 2033, además de 45 dólares cada kWh por una batería fabricada en EEUU para su fabricante.

Estas ayudas gubernamentales llevaron a Tesla a crear versiones mucho más económicas de sus vehículos para que entren dentro del monto exigido por el IRA para los subsidios. Pero, además, la firma empezó a construir una gigantesca fábrica de baterías en Nevada, con una capacidad anual de 100 GWh, esto supondría otros 4.500 millones de dólares en subsidios potenciales para baterías cada año. Pero, al mismo tiempo, Tesla también está ampliando sus instalaciones de baterías en Fremont y Texas, además de producir su propio litio en una nueva refinería en el Golfo de Texas, que se puso en marcha en diciembre de 2024.

Todos estos proyectos harían a Tesla el productor de baterías y vehículos eléctricos más económicos del mercado, eso sí, gracias a esos 41.000 millones de dólares en incentivos gubernamentales en una década, que ahora mismo están en riesgo en el caso de que la reforma fiscal de Trump salga adelante en el Senado.

Pero esto no sería el único golpe que recibiría Tesla por parte de la Administración Trump. En octubre de 2024, la firma presentó el proyecto Cybercab, un robotaxi autónomo que lanzaría al mercado también con la ayuda del Gobierno de Estados Unidos.

Pero, si finalmente Trump decide no financiar el proyecto Cybercab de Tesla, las implicaciones serían significativas para la compañía de Musk.

La ausencia de apoyo público implicaría que Tesla tendría que asumir en solitario los elevados costes asociados al desarrollo, despliegue e infraestructura de su red de robotaxis, lo que podría retrasar considerablemente su entrada en funcionamiento a escala comercial.

Por otro lado, si los incentivos fiscales para flotas eléctricas ni subvenciones para estaciones de carga o desarrollo de software autónomo, el modelo de negocio se volvería menos atractivo para posibles socios y operadores. Además, esta decisión enviaría una señal política adversa a los inversores, minando la confianza en uno de los pilares estratégicos de Tesla para la próxima década. En un entorno global donde otras regiones —como la Unión Europea o China— están reforzando su apoyo a la movilidad eléctrica y autónoma, la falta de respaldo de la Administración Trump podría hacer que el país pierda competitividad.

Conflicto de titanes

A mediados de la pasada semana, se inició una disputa pública entre Elon Musk y Donald Trump desencadenada por la oposición del dueño de Tesla al proyecto de ley fiscal que pretende impulsar el magnate.

Además de suprimir las ayudas al vehículo eléctrico, la ley de reducción de impuestos representó una amenaza par la fortuna de Musk. El que hasta entonces habría sido su mano derecha calificó el proyecto de ley de "abominación repugnante".

En respuesta a esas críticas, Donald Trump amenazó indirectamente a Musk con cortar de raíz los contratos que su empresa de ingeniería aeroespacial, Space X, tenía con la Nasa y el Pentágono. "La forma más fácil de ahorrar miles de millones", decía en su publicación en Truth Social, es cancelar "subsidios y contratos gubernamentales", apuntando directamente a la compañía espacial que tiene contratos con ambas entidades públicas por valor de 22.000 millones de dólares.

En respuesta a esto, Musk dijo que empezaría a "desmantelar" su nave espacial Dragon. Esto obligaría a paralizar los programas espaciales de EEUU, ya que esta nave es crucial para transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional.

Lo que esta disputa dejó clara es la enorme dependencia que tienen el uno del otro. EEUU necesita a Space X para continuar en su carrera espacial, mientras que Musk depende de la buena voluntad de Trump para mantener los contratos federales y evitar que se creen normativas más rígidas hacia Tesla y X Corp.

La disputa provocó una caída del 8% en las acciones de Tesla el 5 de junio de 2025, costándole a Musk 34.000 millones de dólares en un solo día. Esto es, posiblemente, lo que llevó a Musk, el pasado miércoles, a disculparse públicamente con Donald Trump tras este conflicto en redes: "Me arrepiento de algunas de mis publicaciones sobre el presidente la semana pasada", dijo a través de su perfil de X.

'Dragon', el pilar que sostiene la carrera espacial en EEUU

La cápsula Dragon, diseñada y operada por SpaceX, se ha consolidado como uno de los proyectos más estratégicos para el liderazgo de Estados Unidos en la nueva era espacial. Su desarrollo no solo marcó el regreso de los vuelos tripulados desde suelo estadounidense, tras la retirada del transbordador en 2011, sino que también simbolizó el comienzo de una colaboración público-privada eficaz, fiable y sostenible para la exploración orbital. Con el lanzamiento de la Crew Dragon en 2020, SpaceX devolvió a la NASA su autonomía en el transporte de astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI), eliminando la dependencia de los costosos vuelos rusos en cápsulas Soyuz. Esta hazaña fue posible gracias al programa Commercial Crew, una apuesta por la empresa privada como alternativa real a las soluciones estatales. La cápsula no solo superó todas las pruebas de seguridad, sino que también introdujo un diseño reutilizable que reduce radicalmente los costes por asiento, ahorrando a la agencia espacial miles de millones de dólares.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky