
Tras varias semanas en las que miles de jóvenes se han enfrentado a la PAU -examen que orienta su profesión futura- y que supone un momento clave sobre su futuro académico y profesional, la Formación Profesional (FP) emerge como una vía directa y efectiva hacia el empleo. Y es que, las cifras respaldan a esta alternativa educativa, ya que entre el 73% y el 79,5% de los titulados en FP -en sus distintas modalidades, incluyendo Grado Medio, Superior y FP Dual- se encuentran en una situación de empleo activo, frente al 66% de los universitarios.
Más allá de las tasas de ocupación, una característica que destaca a la FP es la rapidez en la inserción laboral, ya que casi el 37% de los titulados en Formación Profesional consigue empleo en menos de tres meses tras finalizar sus estudios, y más del 22% lo logra entre los tres y los seis primeros meses. Estos datos consolidan a la FP como una herramienta estratégica para combatir el desempleo juvenil y reducir el tiempo de transición entre la formación y el mundo laboral.
La tendencia no se detiene ahí. Según estimaciones actuales, hasta 2035 se crearán en España 3,8 millones de puestos de trabajo dirigidos a aquellas personas que han sido tituladas a través de FP, lo que representará más de una cuarta parte de las oportunidades de empleo que se generarán en los próximos diez años. Entre los sectores en los que se prevé que se generen más puestos de trabajo se encuentran los relacionados con informática, sanidad, fabricación mecánica, mantenimiento, electricidad y electrónica, que son los que concentran gran parte de esta demanda creciente.
Acompañando este auge, el sistema educativo también está evolucionando. La FP ya representa cerca del 35% del total de matriculados en enseñanzas postobligatorias en España, una cifra que no ha dejado de crecer en la última década. Solo la FP privada ha aumentado un 360% en ese periodo, reflejo del cambio de paradigma educativo y de la apuesta de familias y estudiantes por una formación orientada a la empleabilidad real.
Sin embargo, las necesidades del mercado actual van más allá del conocimiento técnico. Las empresas no solo buscan titulados, sino personas con habilidades clave como la adaptabilidad, el pensamiento crítico, la creatividad o la capacidad para aprender de forma continua. En un entorno marcado por la incertidumbre y los cambios acelerados, estas competencias se han convertido en un diferencial. Y es que, actualmente las empresas buscan a nuevos trabajadores con una brecha mínima de conocimientos entre lo aprendido en su Grado y las actividades que van a desempeñar en el entorno laboral. De esta manera, las compañías se aseguran que estos trabajadores van a tardar "lo mínimo" en adaptarse al puesto. Así, a lo largo del 2024, los estudios universitarios han vuelto a perder peso dentro de las ofertas de empleo publicada. Ahora están presentes en el 21,42% de las ofertas, lo que supone seis puntos porcentuales menos que en el ejercicio anterior. Esto los convierte en el tercer nivel formativo más requerido por las empresas a nivel nacional, con 1 de cada 5 vacantes, tras los titulados en Formación Profesional y los candidatos con estudios de Enseñanza Secundaria y/o Graduado Escolar.