
Bruselas incrementa la presión sobre el Kremlin con una nueva ronda de sanciones que pone el foco en la banca, en el petróleo ruso y en los dos gasoductos Nord Stream, que conectan Rusia con Alemania. El Ejecutivo comunitario ha puesto sobre la mesa este martes una nueva ronda de sanciones contra Moscú, la décimo octava, que incluye una rebaja en el tope al precio del petróleo ruso, de los 60 dólares por barril previos a 45 dólares.
La intención de Bruselas es incrementar la presión sobre Putin para lograr un alto al fuego en la invasión militar rusa de ucrania. "Nuestro objetivo es muy claro. Repetimos el llamamiento a un alto al fuego total e incondicional de al menos 30 días", exponía la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un intento por reforzar el esfuerzo por reducir el sufrimiento de la población civil y ampliar el espacio de las conversaciones.
El primer límite de precios al petróleo ruso se fijó en 2023. Era uno de los momentos más álgidos de la crisis energética que generó la guerra en Ucrania. Por este motivo, la alemana ha incidido en que los niveles de precios han descendido desde entonces y que no tiene sentido mantener los 60 dólares por barril. Bruselas propone así recortarlo a 45 dólares por barril considerando que el crudo representa un tercio de los ingresos públicos del Kremlin.
Esta nueva ronda de sanciones incluye, por primera vez, los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que conectan a través del mar Báltico Rusia con Alemania. "Esto significa que ningún operador de la UE podrá participar directa o indirectamente en ninguna transacción relacionada con los gasoductos Nord Stream. No hay vuelta atrás", ha sentenciado la jefa del Ejecutivo comunitario.
En lo que respecta a la banca, la Comisión Europea quiere limitar su capacidad para obtener financiación y realizar transacciones. "Proponemos transformar la actual prohibición de utilizar el sistema SWIFT en una prohibición total de transacciones. Y proponemos aplicar dicha prohibición de transacciones a otros 22 bancos rusos", ha explicado la alemana.
A ello se sumaría la prohibición de que operadores financieros de terceros países se utilicen como vehículos para que Moscú pueda esquivar las sanciones impuestas. "Proponemos sancionar al Fondo Ruso de Inversión Directa, sus filiales y sus proyectos de inversión", ha agregado Von der Leyen, que con este movimiento pretende limitar "un importante canal de financiación de proyectos para modernizar la economía rusa y reforzar su base industrial".
La nueva ronda de sanciones, que aún debe recibir el visto bueno de los Estados miembro para salir adelante, incluye restricciones a las exportaciones de bienes por valor de 2.500 millones de euros. Afectará a tecnologías críticas y bienes industriales, como maquinaria, metales, plásticos y químicos que se utilizan como materias primas en su industria. A ello se suman restricciones a los bienes y tecnologías que se utilizan para producir drones, misiles y otros materiales con fines militares.
La nueva ronda de sanciones eleva la presión sobre el Kremlin al incluir 22 empresas rusas y extranjeras que han dado apoyo al Kremlin en la vertiente militar e industrial. ". La capacidad de Putin para mantener la guerra depende en gran medida del apoyo que reciba de terceros países. Quienes apoyan la guerra de Rusia y el esfuerzo por conquistar Ucrania cargan con una gran responsabilidad", ha afirmado la presidenta de la Comisión Europea.
Además, se suman otros 77 buques a la lista negra. De esta forma, son más de 400 los navíos sancionados de la llamada "flota fantasma" rusa, y se prohibirá la importación de productos de petróleo refinado procedentes de Rusia.
Tanto la jefa del Ejecutivo comunitario, como la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, han defendido que el Kremlin a visto reducidos sus ingresos procedentes del petróleo y el gas en 80%, frente al periodo previo a la guerra. A ello se suman los 210.000 millones de euros inmovilizados en reservas del Banco Central ruso. Ambas mandatarias han destacado los altos niveles de déficit del Kremlin y los niveles de inflación que superan el 10%, lo que refleja la debilidad de la economía rusa.