
Si pudiera tocar con su mano las escamas de un dragón, ojear los libros de texto de una escuela de hechicería o participar en una carrera de karts mientras le arrojan cáscaras de plátano, ¿cuánto pagaría? Universal espera que al menos 140 dólares por entrada en el nuevo parque temático que ha abierto en la Meca de los complejos de atracciones: Orlando. Comcast, la empresa matriz, se ha gastado 7.000 millones de dólares en las instalaciones más grandes que ha visto Estados Unidos abrir en los últimos 20 años con un solo objetivo: destronar a Disney.
En paralelo, la Casa de Mickey Mouse ha anunciado la construcción de un nuevo Disneyland en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos. Sí, justo el país que vetó la emisión de la cinta Lightyear por un beso homosexual. Pero el rico mercado potencial que representa el golfo Pérsico junto a los 1.400 millones de habitantes de la India a cuatro horas de avión son un caramelo muy goloso para guardar rencillas.
A la carrera de la emoción
Montar un parque temático junto con sus hoteles, sus restaurantes y sus tiendas de regalo es un negocio muy suculento. Tanto para las ciudades que desean acoger las instalaciones como para las empresas que las ponen en funcionamiento. De esto saben mucho los gigantes del entretenimiento como Disney, Universal o Warner Bros, que cuentan con una cartera de instalaciones envidiable. Con el tiempo, otros gigantes jugueteros y del audiovisual se le han sumado: Lego, Playmobil, Studio Ghibli…
En el caso de Disney, los parques le reportan más beneficios que el resto de áreas juntas. El gigante del entretenimiento es un imperio inmobiliario-turístico cuyos ingresos solo por las entradas de los parques ascendieron a 2.491 millones de dólares en el primer trimestre de 2025. Si se suman los resorts (2.359 millones), los souvenirs vendidos en los parques (2.101 millones) o las licencias a terceros y otros conceptos derivados, los ingresos de la división Experience que agrupa todas estas actividades llegaron a 8.545 millones de dólares, un 36% de la facturación de Disney.

En el caso de Comcast, las cifras de impacto de los parques temáticos son mucho menores. En el primer trimestre del año, la firma de entretenimiento facturó 1.876 millones de dólares por ellos, lo que representó el 6% de los ingresos conjuntos del conglomerado del entretenimiento, según sus cuentas. Con los nuevos proyectos en el horizonte, el parque temático que acaba de abrir en Florida y el anuncio de un nuevo centro próximo en Reino Unido, el primero de Europa, Universal quiere darle la vuelta a este sector.
La savia de la economía cultural
"He visto cosas que nunca hubieran podido imaginar. Conciertos por debajo de los 100 euros. Entradas de cine a 5 euros". Si Roy Batty le hablara a Rick Deckard en Blade Runner (cuyos derechos pertenecen a Warner Bros) sobre la industria del entretenimiento estos días, probablemente destacaría con una cita similar a esta libremente interpretada de la cinta.
Desde la pandemia, la escalada de precios debido a la inflación y una demanda fortalecida han afectado a todo tipo de actividades de ocio. La industria de las experiencias, entendidas estas como eventos públicos, viajes o actos culturales, está viviendo una efervescencia que ha incrementado los precios de prácticamente todo. Y esto lo saben bien las grandes compañías centradas en parques temáticos. Si no, que le pregunten a United Parks (vieja SeaWorld), que el año pasado facturó 1.700 millones de dólares.
Para atraer a cada vez más clientes ya no basta solo con una montaña rusa por aquí, un pasaje del terror por allá y un puesto de perritos calientes al fondo mezclado con un puñado de personajes entrañables. Ahora hay que integrar el entretenimiento en todas sus facetas: videojuegos, atracciones, literatura, música, cine, coleccionables…

El Epic Universal Park que acaba de inaugurar Comcast es la prueba viviente de ello. Buena parte de los 7.000 millones han ido a parar en tecnología de alta inmersión, como un dragón mecatrónico plenamente realista y funcional que imita a Desdentao y la adquisición de más de 160 licencias. El parque se divide en cinco áreas, de las que tres están basadas en franquicias: Harry Potter, Mario Bros y Cómo entrenar a tu dragón. Sólo la última es propia de Comcast. Lo que pone sobre la mesa la importancia de alquilar derechos de autor incluso a la competencia directa (Harry Potter es de Warner Bros, que también tiene parques).
Disney ha aprovechado la familia de marcas que posee para expandir sus recintos: desde sus clásicos de los estudios de animación, pasando por Pixar; Star Wars; Marvel; Piratas del Caribe, cuya franquicia cinematográfica nació de una atracción, o todas las sagas que posee desde la adquisición de 20th Century Fox. El nuevo parque de Emiratos Árabes adaptará parte de las licencias y tratará de modernizar otras atracciones, con un rediseño de su emblemático castillo, según ha declarado la compañía.
¿Dónde está el futuro? Nadie puede saberlo, pero lo que sí parece una certeza es que cada nueva franquicia tendrá su rinconcito en un parque de atracciones que alegrará el corazón de grandes y pequeños... Y ensanchará la cartera de los dueños.