
El premio Nobel de Economía Paul Krugman, uno de los economistas más respetados del mundo en lo que se refiere a teoría del comercio internacional (que es su verdadera especialidad y por lo que ganó el Nobel), ha salido en defensa de Europa con una extensa carta en la que da argumentos al Viejo Continente para 'vencer' dialécticamente y en la batalla de las ideas a EEUU. Krugman cree que la UE puede 'luchar' y negociar bien con la Administración de Donald Trump en las próximas semanas para alcanzar un buen resultado. El economista da una clave interesante para rebatir esta oleada proteccionista que amenaza con hacer descarrilar la economía. En un mundo interconectado, gracias a la división internacional del trabajo (cada región o país se especializa en producir lo que mejor se le da o en lo que tiene una ventaja comparativa) es normal tener déficits comerciales entre economías. Por ejemplo, usted como lector probablemente tendrá un tremendo déficit comercial con Mercadona. Krugman asegura que tiene un déficit comercial con la bodega de la esquina y no tiene sentido intentar corregirlo.
Paul Krugman es uno de los mayores exponentes de la teoría del comercio internacional y ha defendido en numerosas ocasiones que los déficits comerciales no son necesariamente negativos para una economía. En su análisis, se apoya en los principios básicos del comercio internacional desde David Ricardo hasta los modelos de equilibrio general contemporáneos. Krugman señala que un déficit comercial (cuando un país importa más de lo que exporta) no implica que el país esté "perdiendo", sino simplemente que está comprando más bienes y servicios del resto del mundo de los que vende, y eso puede estar asociado a decisiones racionales de consumo, ahorro e inversión. Pero, por otro lado, estará obteniendo otras ventajas, como un mayor consumo e inversión que puede traducirse en mayor bienestar para su población o en mayor producción futura.
En una carta de opinión, Krugman utiliza una analogía reveladora para desmontar el miedo irracional a los déficits que intenta imponer Donald Trump: "Yo tengo un enorme déficit comercial con la bodega de la esquina". Con ello explica que él compra vino en esa tienda, pero la tienda no le compra nada a él. A pesar de ese "déficit", no hay desequilibrio dañino, porque él financia esas compras con los ingresos que obtiene de su trabajo, y el dueño de la bodega usa ese dinero para comprar bienes y servicios a otras personas (con las que la bodega tendrá un déficit), posiblemente a alguien que sí compra productos de Krugman (sus artículos o libros). Este ejemplo ilustra cómo en una economía abierta y compleja, los flujos comerciales no son bilaterales, sino multilaterales, y los déficits bilaterales no implican necesariamente una pérdida o un desajuste estructural.
Desde una perspectiva académica, esta idea está respaldada por los modelos de equilibrio general del comercio se muestra que los déficits pueden reflejar decisiones óptimas de asignación de recursos a lo largo del tiempo: un país puede incurrir en déficit hoy porque espera mayores ingresos en el futuro, o porque es más eficiente importar capital para financiar crecimiento. En resumen, como Krugman argumenta, alguien tiene que incurrir en déficit para que otro tenga superávit, y lo importante no es el saldo comercial en sí, sino cómo se financia y qué refleja sobre la salud macroeconómica y la eficiencia del sistema económico.
Krugman pide valentía a Europa
Todo ello viene señalado en la carta del Nobel a Europa que comenzaba así: "El viernes, Donald Trump, alegando su descontento con las tácticas de negociación europeas, anunció su intención de imponer aranceles del 50% a las importaciones de la Unión Europea. Una tasa tan alta prácticamente paralizaría el comercio transatlántico. Pero el domingo, tras hablar con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunció que los aranceles se pospondrían hasta el 9 de julio. No tengo ni idea de lo que le dijo von der Leyen, y también quiero señalar que la amenaza de un arancel enorme, que podría o no implementarse en seis semanas, contribuye en gran medida a aumentar la incertidumbre destructiva", señala el experto.
"Pero permítanme ofrecer un consejo, tanto a la Comisión como a la UE en su conjunto: no intenten apaciguar a Trump. No pueden hacer concesiones sustanciales, porque sus políticas hacia las exportaciones estadounidenses ya son bastante favorables. E incluso darle a Trump una victoria simbólica e insignificante solo lo envalentonaría, confirmando su falsa creencia de que 'nos han tratado muy mal durante años'. Sobre todo, Europa necesita superar su indefensión aprendida y actuar como la gran potencia que es, especialmente dada la aparente determinación de Estados Unidos de destruir los pilares de su propia fortaleza", asegura Krugman.
EEUU y la UE tienen aranceles similares
Además, Kurgman explica que en cuanto al comercio: la UE y EEUU tienen aranceles significativos solo sobre algunos productos, pero hasta que Trump se desató, los aranceles promedio eran muy bajos (menos del 2%) en ambas direcciones. Trump y su entorno despotrican contra los impuestos sobre el valor añadido europeos, y es cierto que los productores estadounidenses tienen que pagar, por ejemplo, el 19% para vender a los consumidores alemanes. La cuestión es que los productores alemanes o españoles también. El IVA es un impuesto sobre las ventas, no una barrera a la importación, explica el economista.
"Trump se enfurece por el superávit comercial de Europa con EEUU, pero los desequilibrios bilaterales son normales e inocuos: tengo un gran déficit con la tienda de la esquina, porque compro muchos de sus comestibles, mientras que ellos, que yo sepa, no están suscritos a este Substack", apunta el experto en comercio internacional.
Además, ese superávit europeo es menor de lo que parece. Es cierto que Europa vende más bienes (productos como coches y aceite de oliva) de los que compra a EEUU. Pero EEUU le vende muchos más servicios, como servicios financieros y diseño de software. "Trump solo habla de nuestro déficit de bienes, pero nuestro déficit de bienes y servicios es significativamente menor. Además, parte de nuestro déficit de bienes declarado es probablemente ficticio. Según las cifras oficiales, Irlanda representa un tercio del superávit comercial de la UE con Estados Unidos. Esto se debe a que, según estas cifras, Irlanda vende seis veces más a Estados Unidos de lo que compra. Pero esto es casi con toda seguridad un producto de una estratagema contable diseñada para evadir impuestos", asegura Krugman.
Krugman explica cómo funciona este sistema: una filial irlandesa de una multinacional que fabrica, por ejemplo, productos farmacéuticos vende los medicamentos a precios inflados a la filial estadounidense que los comercializa aquí. Esto reduce los beneficios declarados y, por lo tanto, los impuestos en Estados Unidos, mientras que genera grandes beneficios, aunque prácticamente imaginarios, en Irlanda, donde los impuestos corporativos (el Impuesto de Sociedades irlandés) son mucho más bajos.
"Estas maniobras contables hacen parecer que Irlanda, y por ende la UE a la que pertenece, exporta mucho, pero no se crean empleos; solo se trata de los resultados empresariales. Sí, la UE debería tomar medidas enérgicas contra el papel de Irlanda como paraíso fiscal. Pero esa no ha sido una de las exigencias de Trump. En definitiva, el superávit comercial real de la UE probablemente sea inferior a 100.000 millones de dólares, lo que representa un error de redondeo en comparación con el PIB europeo de 19 billones de dólares", señala el Nobel de Economía.
Así que Estados Unidos no tiene quejas legítimas contra la UE. Tampoco, como a Trump le gusta imaginar, Estados Unidos "tiene las riendas", asegura el economista. La UE no depende en gran medida del mercado estadounidense, que compra solo alrededor del 3% de lo que produce; las empresas estadounidenses, que han invertido billones en Europa, dependen de la buena voluntad europea. El lunes, Friedrich Merz, canciller alemán, advirtió que las empresas tecnológicas estadounidenses podrían ser blanco de ataques si el conflicto comercial se intensifica. "Es una amenaza creíble" asegura Krugman en su carta.
"Por ahora, el mensaje para Europa es que se defienda. En comercio, en PIB, incluso en todo, salvo en la tecnología más avanzada, no dependen más de Estados Unidos de lo que Estados Unidos depende de ustedes. No hay nada que los obligue a complacer los delirios del rey desquiciado de Estados Unidos", sentencia el economista.