La universidad más antigua y prestigiosa de EEUU acaba de recibir el último golpe desde la Casa Blanca. Harvard no podrá inscribir a estudiantes internacionales tras una orden que el presidente de EEUU, Donald Trump, argumenta en la lucha para erradicar el antisemitismo en los campus del país.
La batalla sin precedentes contra las universidades de élite se coló entre los objetivos de los primeros 100 días de Gobierno y ahora se recrudece con el buque insignia del país de la educación superior. Según adelantó el jueves The New York Times, EEUU ha revocado la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio de Harvard, lo que significa que los estudiantes extranjeros ya no pueden ser alumnos de ese centro.
¿Y los que ya estén inscritos? Según informó el Departamento de Seguridad Nacional, estos deben trasladarse para no perder su estatus legal de estudiantes extranjeros para estudiar y trabajar, aunque un juez federal de California emitió ayer mismo una orden a nivel nacional que prohíbe a la Administración Trump revocar este estatus, informa Bloomberg.
Trump justifica la medida en el estallido de protestas estudiantiles pro-palestinas que tuvieron lugar tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 y la respuesta del Estado judío en represalia en Gaza. "Los líderes de Harvard han creado un ambiente inseguro en el campus al permitir que agitadores antiamericanos y proterroristas acosen y agredan físicamente a personas, incluidos muchos estudiantes judíos, y obstruyan de otras maneras su otrora venerable entorno de aprendizaje", reza el comunicado del Departamento de Seguridad Nacional en el que acusa a la dirección del centro de coordinarse con el Partido Comunista Chino -cuestión que llevó a los legisladores del Congreso a enviar a principios de semana una carta al presidente de Harvard, Alan Garber, exigiendo información sobre los vínculos de la universidad con el gobierno y el ejército del gigante asiático. En concreto, alegaban que la universidad acogió y capacitó a miembros del Cuerpo de Producción y Construcción de Xinjiang, una organización estatal sancionada en 2020 por EEUU por presuntos abusos contra los derechos humanos, incluida la detención de miembros de la minoría musulmana uigur del país, que Pekín niega.
La universidad presenta una demanda
Esta última arremetida ha sido calificada desde Harvard como "ilegal" y la institución ha presentado este viernes una demanda contra la Administración Trump para revertir la orden. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en una carta a Harvard, aseguró que la universidad podría recuperar la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio antes del próximo año académico si proporciona en un plazo de 72 horas (desde ayer jueves) información que incluya expedientes disciplinarios, grabaciones de protestas y registros relacionados con actividades ilegales de estudiantes durante los últimos cinco años. Esta amenaza ya la hizo en abril bajo la misma exigencia y ahora se ha materializado, con advertencia a otras universidades, después de que en declaraciones a Fox News, Noem no descartara llevar la medida a otros centros: "Esto debería servir de advertencia a todas las demás universidades para que se pongan las pilas".
Garber -para colmo, judío- ha declarado en varias ocasiones su disposición a trabajar con el Gobierno para combatir el problema del antisemitismo que reconoce existir en el campus, pero considera que las exigencias de la Casa Blanca amenazan la libertad académica. Estudiantes judíos de Harvard y de otras universidades han declarado haber sido víctimas de un antisemitismo generalizado tras la guerra entre Israel y Hamás en Gaza y Harvard reconoció en un informe el mes pasado el problema y la proliferación de prejuicios antimusulmanes en el campus.
En esta línea se ha pronunciado el exsecretario del Tesoro de EEUU, Lawrence Summers, muy crítico con la decisión de la administración Trump: "Es cruel, ilegal, imprudente y muy perjudicial", declaró a Bloomberg TV e insto a Harvar a "resistir" ante una medida "propia de la tiranía".
El bloqueo a la matrícula de estudiantes internacionales agravará las presiones financieras de Harvard, donde casi 6.800 estudiantes (el 27% del alumnado) provienen de otros países, frente al 19,6% en 2006, según datos de la propia universidad, que advierte de que la medida afectará a una de las principales fuentes de ingresos de la universidad: la matrícula.
Antes de este, vinieron otros golpes a la universidad de la que han salido decenas de premios Nobel y líderes mundiales. La Administración Trump ha congelado más de 2.600 millones de dólares de financiación a Harvard y ha recortado futuras subvenciones en un enfrentamiento que además del presunto antisemitismo en el campus incluye las exigencias del Gobierno para una mayor supervisión del centro. Además, Trump también ha pedido que la institución pierda su estatus de exención de impuestos, una medida que la universidad con sede en Cambridge, Massachusetts, ya ha advertido de que tendría "graves consecuencias para el futuro de la educación superior en EEUU".
La escuela, una de las más reactivas al asedio de Trump, ha demandado a varias agencias estadounidenses por bloquear los fondos federales por no seguir las exigencia del Gobierno en materia de gobernanza, contratación del profesorado o admisión de estudiantes internacionales que cumplieran con los valores propuestos por el Gobierno.
Harvard es considerara la universidad más rica de EEUU por su dotación económica de 53.000 millones de dólares en 2024. Sin embargo, la universidad, junto con otras instituciones de élite como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y Yale, se enfrenta ahora a un impuesto que podría llegar al 21% en función del tamaño de sus dotaciones, incluido en la reforma fiscal aprobada el jueves por la Cámara de Representantes. Garber, de Harvard, ha hecho un llamamiento directamente a exalumnos para que hagan donaciones a fondos especiales que otorgan a la presidencia de la institución la capacidad de cubrir las brechas de gasto y proteger las funciones centrales de enseñanza e investigación de la escuela.
Una amplia gama de proyectos se encuentran atrapados en medio de lo que se perfila como una batalla política y legal que se extenderá en el tiempo. Entre las investigaciones paralizadas están la de la tuberculosis, la detección temprana de la enfermedad de Lou Gehrig (ELA) o los métodos para reducir los efectos secundarios de la radiación. Harvard ya ha destinado 250 millones de dólares de sus fondos para ayudar a sostener algunos proyectos.
El golpe no sólo afecta a Harvard. La prohibición de inscripciones internacionales también amenaza con tener consecuencias graves para Cambridge, la economía más amplia de Massachusetts, y para un ecosistema regional que prospera gracias a la existencia de la universidad. Los estudiantes internacionales no sólo pagan la matrícula en Harvard sino que también gastan dinero en restaurantes y otras actividades y muchos de ellos se quedan en la zona para trabajar en los prestigiosos hospitales, instituciones de investigación y empresas de biotecnología del estado.
La revocación de la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio sumada a las políticas antiinmigración de EEUU aumenta la incertidumbre para los estudiantes internacionales, que podrían mirar para otros campus. Ya incluso antes de confirmarse la medida, algunos estudiantes extranjeros empezaban a tener dudas sobre si ir a estudiar al país: las llegadas con visas de estudiante a EEUU descendieron a 41.800 en abril, un 11% menos que hace un año, según datos oficiales de la Administración de Comercio Internacional.
La crisis de las universidades privadas estadounidenses, sin embargo, abre oportunidades entre las universidades de élite rivales en el mundo angloparlante y en otros países. La Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, por ejemplo, ya ha ofrecido aceptar incondicionalmente a los estudiantes que no puedan acceder a Harvard.